PSICORELATOS                    

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Me encantaría hacer un ejercicio de demagogia y deciros que todos los fondos irán a parar a Médicos sin Fronteras. Pero yo soy una persona honesta - demasiado honesta - y no os puedo venir con burdas mentiras.
Todos sabéis que tengo una especial devoción por la fauna animal, y si hay algo en este mundo que me inspire ternura son los mininos.

Éste es Arturo, abandonado por su madre cuando aún necesitaba chuparle las tetas. Fue recogido cuando, inocente y esperanzado, jugueteaba con una raspa de sardina en uno de los contenedores de la entrada de la iglesia.
Arturo padece hidrocefalia por eso tiene la cabeza tan gorda. Se ha ganado apelativos cariñosos tales como globo, chupi o sandía. Necesita con urgencia un drenaje para paliar los efectos de esta terrible enfermedad. El líquido cefaloraquidio, al estar desbocado, aumenta la presión en los ventrículos y el cerebro no puede desarrollarse con normalidad. Actualmente su estado es reservado y su sintomatología no va más allá de algunos tics motores, temblores posturales e hipo.

Todos los fondos de este espacio irán a parar a "Ayuda en Acción para los Mishus" para que gatitos como Arturo sólo tengan que preocuparse de jugar con ovillos de lana.

¿Vais a dejar que Arturo explote?






Debido a la racanería imperante en este espacio y a la absoluta falta de concienciación para con los seres desvalidos de este mundo, hemos tenido que ingeniárnoslas con una operación a vida o muerte. Nuestra intención era proporcionarle a Arturo una válvula en condiciones para posibilitar su normal desarrollo, pero con lo recaudado no nos llega ni para una válvula de desguace.

Es por eso, que hemos tenido que recurrir a la cirugía casera. Está estable merced a un drenaje hecho a base de papel de plata, una pajita y un globo. Su corazón late con regularidad pero sus maullidos han perdido la fuerza de antaño. A veces se despierta por las noches sobresaltado y, después de las pertinentes caricias en la panza, tenemos que apretar el globito para aligerarle la presión en el tercer ventrículo.

Rezamos a Dios para que no necesite respiración asistida.

Arturo no tiene cartilla de la seguridad social. Sé que deberíamos haberle hecho un seguro veterinario pero ahora es demasiado tarde. Esta noche ha sufrido un nuevo ataque epiléptico. Mi inercia en estos casos es la de seccionar el cuerpo calloso para evitar más cortocircuitos, pero no he podido. No puedo dejar que Arturo viva una desintregación interhemisférica sin haber descartado el tratamiento farmacológico y sin descubrir si se trataba de una epilepsia multifocal.

A la 3 y media de la mañana, Arturo, después de intensas convulsiones, ha caído en coma. Su cuerpo ha cedido y se ha quedado rígido, con una flexibilidad cérea más propia de animales disecados. Hemos tenido que utilizar el fórcex para sacar el palito que cariñosamente había insertado en la boca mi ayudante para evitar lesiones en la lengua durante los ataques. Y ahora Arturo duerme.

La L-Dopa es muy cara y necesitaríamos cantidades ingentes para que nuestro Arturito volviera a la vida. Mientras no dispongamos de dicho fármaco, dormirá hasta que su corazoncito diga basta; ajeno a su sufrimiento y al nuestro, pero también ajeno a las latitas de atún que le estaban esperando en la nevera.