miércoles, octubre 22, 2008

 

COPIA


Por Carlos Cubero


Todos tenemos motivos suficientes para sentirnos especiales,

lo que indica, sin lugar a dudas, que es sólo una sensación ilusoria.

(Cubero, 2007)


Cuando tienes la sensación de conocer a alguien es que su alma está repetida. Dicha afirmación es una flagante violación a esa máxima de que, más allá de las paredes de tu cráneo, el otro existe y siente como un ser diferenciado. Para los que procuramos rehacernos en los días oscuros, esa es la afirmación nuclear, el pilar fundamental donde deberían reposar todas las cosas.
Pero yo soy fiel a mis percepciones, y procuro que mi egocentrismo no entorpezca mi buen juicio. Por eso, he llegado a la conclusión de que yo también estoy repetido.

Por muy ocurrente que seas, por mucho que escarbes en la finitud de tu cabeza, lo dicho ha sido ya dicho y lo escrito ya escrito. Y te das cuenta de que eres menos original que un cromo de Mark Hughes, ese Galés que se las prometía muy felices como compañero atacante de Gary Lineker, y que salía repetido hasta la saciedad en la colección de la Liga de Fútbol de la temporada 1986-87.

¿Y qué esperáis? Nuestras almas salen de una cadena de montaje. La omnipotencia del creador no se refleja en la originalidad de su obra, sino en la optimización del proceso productivo. Y es un consumado taylorista. Ha podido pasar de un población de un centenar de homo sapiens a 6000 millones de almas en menos de 35 mil años. Desorbitante.

Luego es especialmente pulcro en lo que a la distribución se refiere. Esa es la clave; procura siempre que los iguales no se topen jamás, y los colocan en las antípodas el uno del otro. Por eso mi otro yo es como yo - idéntico- pero maorí o aborigen y con una irrefrenable tendencia a sacar la lengua mientras baila en las previas de un partido de rugby.

Creo que me estoy mareando. La idea de que mi doble sea polinesio, de que haya adaptado una lengua sajona deshaciéndose de su natural arraigo, me provoca palpitaciones.
Nadie debería tener el acceso al Plan Maestro, ni tan siquiera poder ojear un boceto, porque corre el riesgo de perder la cabeza. Tú - lo que tú consideras que eres tú - te desparramarías como un helado en manos de un niño inquieto.


Y ya estoy perdiendo el Norte

porque mi alma no está imantada.

Estoy hiperventilando.

Respiro por la cabeza.

No veo.

¿Qué es esa luz?

¿Quién eres?

¿Quién te envía?

¿Mamá?

¿Eres tú?

Te he echado tanto de menos.

miércoles, octubre 01, 2008

 

TIROIDES



Por Carlos Cubero




Harto de ser psicologicista


Las personas que lo atribuyen todo a variables psicológicas son unos débiles mentales. Se aferran a las ciencias de la conducta para explicar el porqué de todo y asegurarse la supremacia pseudomística de las razones ocultas. Y es agotador. Uno puede excavar entre las miserias de los abatidos para toparse con causas aparentes pero no necesariamente reales. Sería estupendo que las causas se hallaran justo donde ilumina la farola; pero sucede que, muchas veces, creemos que las causas subyacentes están ahí simplemente porque el resto se sale de la aureola, ocultándose ante nuestros ojos.

Todos tenemos motivos para sentirnos como una mierda, para sentirnos plenos o para disfrazarnos de Superman e ir al Mercadona a comprar Nocilla de dos colores. Pero no todas las fluctuaciones de nuestro de ánimo dependen de cuantos abrazos nos haya negado mamá. A veces mamá, papá o la tía Enriqueta nada tienen que ver con nuestro estado presente. Y hay que joderse y apechugar con lo que es tuyo.

Sudo como un pollo, estoy (¿soy?) irritable y me invade un cansancio demoledor que trasciende a cualquier infancia desdichada ¿Qué más indicios necesito para ver que tú, maldita glándula de mierda, eres la responsable de mi desdicha?



I


Sin dilación, paleando metros cúbicos de tierra, pasando por alto los detalles de la estratigrafía, descubrimos el robusto muro romano. Mutilado y mellado, su uso para canalizar el agua de la riera había pasado a mejor vida hace más de dos mil años. Los hombres de antaño lo contruyeron para luego buscar una nueva utilidad a las piedras que componían esta fortificación.

Eso sucedió en el siglo I a.C, pero en la actualidad, en el yacimiento badelonino de la Estación Centro del Metro, las arqueólogas han desarrollado una hipertrofia muscular como respuesta a las necesidades físicas de esta disciplina al aire libre. Rodeadas por unas calles maltrechas, periféricas y grises, lucen sus fibrados brazos dorados por las altas temperaturas. Y se me antojan extrañamente saludables y atractivas; capaces de una dulce caricia, de un abrazo sincero, o de arrancarte la cabeza de un puñetazo. Y me atrae esa reversibilidad y omnipotencia.

- Estos romanos no pensaron que en un futuro iban a ser excavados. De ahí su absoluta falta de diligencia - dijo con sorna una de las de las arqueólogas. Yo sonreí desganado y recordé como la Gran Pirámide fue utilizada como cantera para construir El Cairo del siglo XIV. Si tal cosa se hizo con una de las siete maravillas del mundo, si los otomanos expoliaron los bloques de recubrimiento mutilando el brillo de la piedra caliza ¿Qué no se merecería un muro de contención romano?


II


No sé cómo pudo llegar a los estratos inferiores de un muro de contención de la Roma Republicana. Pero allí la vi cuando, pico en mano, llegamos a los cimientos de aquella maltrecha construcción de piedra.

Si se hubiera adherido a un pedazo de ánfora romana, podría haber acabado en la terrera, rebozada de limos milenarios, acompañada por las inmundicias extraídas de los pozos modernos que perforan el paisaje. Pero estas glándulas no se agarran a cualquier cosa porque son especialmente selectivas cuando a salir de su natural hábitat se refiere. Y la encontré sujeta con unos extraños cilios a un pedazo de cerámica ibérica.

- Pasta reducida - dijo la arqueóloga mientras con su uña descubría la negra superficie - un sólo tiempo de cocción reductora. Sin oxígeno. La arcilla ennegrece en los hornos paleohispánicos. Lo que no sé es que es esta mierda informe...

Hundió su yema con reparo en la masa informe para luego despegarla del pedazo de cerámica con sus curtidas manos. Mientras ella descubría el asa de lo que había sido una olla de cocina, yo sentí el estremecedor sonido de una eterna tira de velcro.






Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Spain License. This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Google