viernes, octubre 27, 2006

 

Dios, cómo te pasaste aquel día*

Por Carlos Cubero


Yo he tenido una relación distante con Dios durante toda mi vida. No sé porqué, o quizás si y tengo miedo a revelar las causas reales de mi desamparo.
Mi relación con Dios ha sido fría, como la de un amigo que rara vez te llama, o que cuando tú lo haces nunca está en casa.

Su imagen me resulta difusa e incompleta, pero eso es irrelevante: Dios lo es todo y no puede tener forma porque la forma implica límites y siluetas - definición - y el todo acotado no puede ser todo, sólo algo.

Es por eso que tener una imagen precisa (o aproximada) de Dios solo es el resultado de un mal resumen, una forma de aproximar su figura a nuestra naturaleza. Eso es faltar a la verdad. A Dios, al fin y al cabo, no hay que verlo, hay que sentirlo y yo no lo siento.

Mi abuela falleció muerta de miedo. Lo veía en sus ojos. Tenía miedo a diluirse como un terrón de azucar en un cafe hirviendo. Recordaba voz en alto datos y más datos para no perder la integridad de su conciencia. El final de sus días se aproximaba y ella se resistía a dejar a los suyos.

Era obesa y estaba incapacitada. Llevaba postrada en la cama más de tres años, pero seguía siendo el núcleo cohesionador de la familia. En la distancia, mantenía un orden en su cabeza para luego plasmarlo en su entorno familiar mediante órdenes, sugerencias, consejos.

La obesidad, sin embargo, le daba una apariencia saludable y rejuvenecida. En su último ingreso, el doctor preguntó a mi madre cuando se le había retirado el periodo. Había pasado a los ojos del doctor como una temprana menopáusica. Tenía 75 años.

Ella se aferraba a su lucidez. A la edad de 84 años, sentía que la vida se le escapaba, pero procuraba mantener la cabeza fría, los pensamientos ordenados; evitar la incoherencia, el delirio y la pérdida de facultades. Estaba en el hospital.

- Mis hermanos regresaron tísicos de la guerra de África ¿Sabes?
- Lo sé, abuela.
- Los dos acabaron muriendo, consumidos y envejecidos, amarillos (…) ¿Sabes que hubo un tiempo que me sabía todas las capitales del mundo? Desde Ulan Bator, hasta Canberra; Kingston…Mi padre era un hombre severo; un militar y un caballero, un aristócrata. Me pregunto si alguien recordará mi historia. Nunca nos puso la mano encima (…) Un día compró una bola del mundo, de esas color sepia ¡Era enorme! Mis hermanas y yo podíamos estar horas dándole vueltas y vueltas, y soñar como podrían ser esos lejanos países; islas remotas y nombres novelescos: Robinson Crusoe, Nueva Zelanda; La Isla de Pascua; La Guayana Francesa…Déjame recordar…De bien seguro puedo recordar aun esas capitales. Dime un país.

- Veamos…¿Filipinas?
- ¡Manila!


Apoyado en el quicio de la puerta, con el olor de la blanca y tensa quietud de un hospital, pude presenciar sus últimos minutos. Escuché sus palabras pero fue su tono el que me hizo saber en ese mismo instante lo que sentía. Era el mismo pánico que siente uno al girarse y, de repente, ver un precipicio a sus espaldas.
No quise darle la mano, pero tampoco me la pidió. No sé si lo necesitaba en aquel momento pero me daba miedo sentir estertores o cualquier cosa que me estremeciera. No quería sentir a la muerte a traves de una mano anciana. Me daba dentera y una inquietud insuperable.

Me dio miedo como pudo llegar su muerte, porque no vi belleza, ni pureza ni esperanza. No vi como ella se reunía con Dios. Quería preguntarle si estaba asustada, pero no lo hice, porque esperaba que me dijera que no, que no lo estaba, y yo sabía que no era cierto.

La gente suele hablar de la inmortalidad, de cómo hemos trascendido a nuestra carne. Pero yo no la vi. Sólo vi un final que nadie quería; un mal final para un peor relato.

_______



* No te lo tomes a mal. Es sólo un recurso para captar la atención de los lectores. Comprendo que escogieras la finitud como forma de vida. Bueno, de hecho fue el resultado de la mala gestión del paraiso por parte de un par de degenerados...Ya me dirás tú que culpa tengo yo…En todo caso, comprendo que esto tenga que acabarse: en la vida, como en el día, cuánto mas tiempo tienes menos haces. Si tuvieramos toda la eternidad nos veríamos embargados por una tendencia acomodaticia imparable. O sea que no te culpo.
Amén


lunes, octubre 09, 2006

 

UMMITAS )-|-(

Por Carlos Cubero

5 días para el día cero


En este mundo, ya no hay nada que me retenga. Los Ummitas han sido una revelación y vinieron en el momento más oportuno. No hay interés ni actividad que pese lo suficiente como para hacerme quedar en este planeta.

Los Ummitas nos han prometido una vida llena de gozos y libre de dudas dolorosas. Sólo nos pedirán análiticas semanales para que ellos puedan llevar a cabo sus estudios sobre nuestra especie. Les preguntamos si los análisis iban a ser invasivos y en qué grado. Nos aterraba la idea de escapar del planeta Tierra para acabar siendo víctimas de colonoscopias semanales. Pero nos han dicho que no, que emplean instrumentación muy avanzada y, por tanto, inocua.

Me pregunto si en la luna Europa habrá máquinas expendedoras de Phoskitos y demás gominolas. Hoy por hoy, es el único momento de la jornada donde me siento medianamente realizado: por 50 céntimos de Euro puedes adquirir una inestimable pasta de manzana "Martínez". Es apasionante, más si cabe cuando la pasta queda presa en los muelles rotatorios de la máquina. Ahí puedes permitirte el lujo de zarandearla y pegarle un puntapié. Todo está permitido cuando un pastelito está en juego.

Tengo que confesar que alguna vez me he hecho el sueco y, aun habiendo caído la pasta, le he pegado un somanta de palos a la máquina. Creo que mi conducta tiene que ver con mi insatisfacción personal. De hecho, sería un claro ejemplo de eso que llaman la teoría de la frustración agresión.
Pero eso se ha acabado. El fin de mis penurias está próximo y la valía de una máquina expendedora es relativo: de bien seguro podré olvidarla fácilmente.

Nadie de mi entorno (a excepción del resto de tripulantes, los elegidos) se ha percatado de mi fastuoso plan. Ellos hablan de nimiedades mientras toman café en la hora de descanso: la paternidad responsable, las patatas light deshidratadas, los leds, las braguitas de tul…

Tampoco paran de repetirme que lo sienten, que admiran mi entereza y que hay vida después de lo sucedido; que les tengo para lo que necesite; que son compañeros de trabajo pero que también hay una amistad que nos une.

Son cosas que ya no importan.



4 días para el día cero



La Dra. Debrah Fisher conocía a los Ummitas. Fue ella la primera que descubrió que las fluctuaciones de una estrella no eran debidas a un proceso de dilatación contracción fortuito. Eran fluctuaciones debidas a que un planeta (ahora llamado Fisher, pero originariamente llamado Ummo) orbitaba la estrella 51-P. Debrah supo donde apuntar con el telescopio porque también es una contactada y ahora saborea las mieles del éxito desde su observatorio de San José, en San Francisco.
Yo si hubiera sido astrónomo hubiera hecho lo mismo. No la culpo.

Pero nosotros no vamos al planeta Ummo. Nos han acondicionado un nuevo mundo para su repoblación por la raza humana. A la mayoría de nosotros no nos importaba salir del Sistema Solar y acabar nuestros días orbitando la 51-P, pero al parecer tuvieron ciertos problemas logísticos para acometer la tarea de trasladarnos a todos a un lugar tan lejano.
La luna Europa era la solución perfecta: el viaje será más corto y sólo habrá que llegar a velocidades cercanas a C, pero no a velocidades de catión (varios múltiplos de C).
Podremos permitirnos el lujo de hacer escala en Matilde, un pedazo de roca del cinturón de asteroides de 52 km de diámetro. Es el asteroide más negro de cuantos se conocen y haremos parada allí para estirar las piernas y hacer el bermut mientras contamos las más de 60 lunas de Júpiter, sentados en alguna de su innumerables terracitas.
Matilde es la versión interplanetaria de la isla de Hierro, aunque no es volcánica, la cerveza es más cara y no hay colitas de gambas rebozadas.

Antes de llegar a nuestro destino final, rodearemos Júpiter pasando por el Toro de Ío. Al parecer aprovechan las partículas cargadas electricamente para recargar las baterías de la nave espacial. La Sonda Cassini detectó una tensión más de un millón de voltios en esa zona. Me alegra saber que los Ummitas han aprendido a sacar provecho de la peculiar relación entre un planeta y la más próxima de sus lunas.

Mis compañeros de trabajo hablan del precio de la gasolina y de las excelencias de los nuevos motores diesel, más robustos y duraderos. Aunque dicen que si vas a comprarte un coche de segunda mano, el motor diesel encarece el producto y, para la vida que se le presume a un coche usado, acaba por no salir a cuenta. Lo mejor: un gasolina de bajo cubicaje.
Ellos no conocen el Toro de Ío y mientras hablan me viene a la mente la figura de la Dra. Fischer. Me hubiera gustado conocerla. Es una mujer madura, apasionada, inteligente y atractiva. Una mujer de ciencia.

Me recuerda a mi esposa.



3 días para el día cero


El tirón gravitacional de Júpiter es colosal. En Julio del 2004, el cometa Shoemaker-Levy se fracturó en varios pedazos por efecto de la gravedad del gigante gaseoso y acabó impactando contra su superficie. Aun recuerdo aquel verano, y recuerdo la emoción de poder presenciar en vivo y en directo un impacto de un millón de megatones.

En Europa, la gravedad debe ser 6 ó 7 veces inferior a la de la Tierra y me aterra la idea de salir disparado y quedarme ingrávido y rumbo al colosal Planeta de las bandas climáticas. Procuraré no saltar mucho, al menos en espacios abiertos, cuando salgamos a la superficie.

Mi impacto, sin embargo, sería mucho menor al de un cometa; equivaldría quizás a un petardito o a una cebolleta. No se me ocurre muerte más desprovista de honor, porque cuando yo muera quiero decir una última frase. Mi última frase. Y allí nadie me escucharía.

Sólo pediría a Dios no caer en la Gran Mancha, un anticiclón tres veces el tamaño de la tierra que lleva siglos dando vueltas. Esta provocada por enormes turbulencias y estoy convencido de que está hecha de Gimschi, esa asquerosa sopa picante Coreana. No quiero morir en un bol gigantesco de Gimschi: olería a col fermentada y ajo para toda la eternidad. Y yo tampoco quiero eso.

Mis compañeros siguen con sus banales conversaciones en la hora del café: fondos de inversión, planes de jubilación, la tranquilidad de una hipoteca de interés fijo, la estabilidad laboral, Gemma Nierga, Prosegur...Todo elementos que nos reportan una seguridad ficticia.

Nadie se siente seguro por la presencia de Júpiter, y no es justo. No sólo no es justo sino que es uno más de los efectos perniciosos de la habituación humana. Pero es sólo gracias a su colosal masa que no vivimos catástrofes como la del cráter Meteor de Arizona o la de la península de Yukatán cada año.
Júpiter es tan grande como todos los planetas del Sistema Solar juntos (incluidos Plutón y Xena, si cabe) y aglutina con todo objeto de errante.

Sin Júpiter, los servicios meteorológicos serían otra cosa: chubascos intermitentes en las Islas Canarias. Día soleado en la parte sureste del país hasta bien entrada la tarde. Las temperaturas se mantienen estables en este verano de San Miguel que disfrutamos. En el centro de la Península aumentan, sin embargo, las temperaturas por la inminente caída de un meteorito del tamaño de Ceres previsto para las 23 horas de este Sábado. No se dejen los paraguas en casa. De hecho, no se dejen nada en casa.

Luego José Antonio Maldonado, un hombre honesto, mostraría un semblante serio, culpable, y acabaría por confesar desoyendo las estrictas ordenes de La Moncloa - Entre Uds. y yo. Yo salgo pitando del país. Hagan lo que quieran.

Buenas noches y hasta... (ejem) hasta luego.

Pues eso, José Antonio. A ti también. Hasta luego.



2 días para el día cero.

Hoy estoy extasiado y soy incapaz de concentrarme en el trabajo. No quiero dejar mi actividad diaria porque las normas fueron claras: hay que hacer como si nada hubiera sucedido; no puede levantarse sospecha alguna.

A primera hora de la mañana, cuando me limpiaba los dientes, he recibido un SMS del numero 00585857596541235875412365. Al ver semejante número, he descartado la posibilidad de que fuera de un amigo, y en efecto: el prefijo 005858575 es el prefijo del sistema solar 51-P. El texto decía lo siguiente:

Lugar d ncuentro: Plaza Artòs, Barri de Sarrià, BCN (Esp)
Día de encuentro: Sábado 14 de Ocubre del 2006
Hora d encuentro 23:04 h (hora atlántica)

Modo d embarque: haz de luz (cgadora).
Llvar gafas de sol.
)-|-(

A mi la plaza Artós me parece un sitio inadecuado. De hecho, he replicado el SMS proponiendo el Paralelo con Nou de la Rambla como zona de contacto alternativa. Creo que unos alienígenas allí no desentonarían tanto porque allí la gente está acostumbrada a la variedad y a las ropas estrafalarias. A su vez, un encuentro en la tercera fase podría ser interpretado como un acto inaugural de un nuevo ciclo de espectáculos eróticos del Bagdad. De hecho, si los ummitas quisieran podrían incluso conseguir trabajo allí. Aunque, pensándolo bien, deberían tener vagina y pechos hermosos para entrar en sus procesos de selección.

Los ummitas parecen humanos asexuados. Son difíciles de describir, pero guardan una gran similitud con Estefanía de Mónaco: una mujer guapa, atlética, de robusto cuello y de atributos modestos.
Cuando los ves no sabes si chocar los cinco o pegarles un morreo. Yo ante la duda opto por lo primero; siempre, tanto en discotecas como encuentros con alienígenas, hay que optar por lo primero.

Antes de salir de casa, he recibido una réplica contundente:

Situación alternativa: dscartada.
Plaza artós a la hora prevista.
)-|-(


Ellos sabrán lo que hacen. Sarrià no es un barrio de grandes aspavientos. Si lo que quieren es armar el cirio del milenio, allá ellos. Yo ya no estaré aquí para sufrir las consecuencias.

Hoy en el trabajo, a la hora de comer ha habido postre especial: corte de helado con finas láminas de chocolate. No he podido resistir la tentación de voltearlo y buscar la mejor perspectiva: en determinado ángulo he podido ver al gigante gaseoso. Las bandas de Júpiter, sin embargo, rotan de forma inversa, y justo cuando iba a mejorar la performance incrustando mis dedos en el helado se ha hecho un silencio sepulcral en la mesa. Mis compañeros me miraban extrañados pero no había malicia en sus ojos. Creo que era indulgencia. O pena.

Al caer la tarde, he recibido un nuevo mensaje SMS:

Orange. Le informamos que su saldo actual
es de menos medio millón de Euros. Le
recomendamos recargar en cajeros automáticos,

puntos de venta Orange o llamando gratis al 232.


¿Quién me manda replicar un mensaje Ummita?



1 día para el día cero


Tengo un cosquilleo difuso y placentero en la boca del estómago !El gran día está a la vuelta de la esquina! Hacía tiempo que no sentía nada parecido.
Qué importante es tener enclaves emocionales: siento lo mismo que en una vispera de los Reyes Magos. Si no me hubieran obsequiado con momentos como aquellos no podría recuperar y reproducir emociones como estas.

Me he comprado un traje de neopreno y he rescatado cuántos jerséis de cuello alto tenía en mi fondo de armario. Nunca pensé que fuera a utilizarlos, al igual que esos calzoncillos largos que guardé no sé porqué motivo. Pantalones de micropana, neceser, 7 pares de mudas...Seguro se me olvida algo.

Los jerseis de lana pican una barbaridad, especialmente uno de rallas grises, negras y blancas. Me lo hizo mi madre con todo su cariño, pero nunca pude estrenarlo.
A mi hijo le hizo uno igual con idénticas características pero a escala 1:5 (tenía 4 años). Un día de invierno, justo después del infernal regalo, fuimos a visitarla. Fue aquel día cuando enseñamos a nuestro hijo a mentir en favor de los sentimientos ajenos : "Dile que te ha gustado mucho y ya está". Entonces ella, avispada veijecita, le dijo:

- ¿No te has puesto el jerséi que te ha hecho la yaya? - A lo que mi hijo replicó:
- Es que me lo puse ayer y antes de ayer… Y mamá ha tenido que lavarlo - Luego nos dirigió una mirada cómplice, demasiado despierta para un niño de apenas 4 años, mientras posaba su mano de uñas minúsculas en la curtida mano de mi madre.

Mi niño tenía la virtud de no compromoternos jamás. En eso y en la sonrisa (preciosa) se parecía a ella. Yo le hubiera dicho a mi abuela, sin duda, que el tejido era más adecuado para rascar grasa de hornos industriales. Pero él no, porque él no heredó el gen (mi gen) de la incontinencia verbal.

En la superficie de Europa hay una temperatura de menos 180 grados centígrados. Hay que tener en cuenta que a esas temperaturas no se te hielan las pelotas, se te cristalizan, y habrá que tomar las medidas preventivas necesarias.

No obstante, será debajo de la gruesa corteza de hielo donde haremos vida. Allí hay un océano cálido lleno de microorganismos y criaturas maravillosas. Sus aguas no son frías gracias al efecto calorífico de las fosas hidrotermales del lecho marino.
La ausencia de luz al parecer se compensa por diminutos seres luminiscentes que son, a su vez, la base de la cadena trófica del pequeño mundo. La bioluminiscencia es abismal, multicolor, y al parecer hay que echar las persianas para seguir con el normal ciclo vigilia sueño.
En todo caso, los ummitas saben de nuestras necesidades (si no nos da la luz del sol, morimos, aunque no hagamos la fotosíntesis) y nutrirán debidamente nuestras vías extrageniculadas para evitar los efectos perniciosos del alejamiento solar.


"Adiós, Hombre de Hojalata, siempre te llevaré en mi corazón. Adiós, Espantapájaros, ojalá encuentres un barbero que arregle tu aspecto desaliñado. Adiós..." No. Esas cosas no suelen suceden en las empresas. De hecho, no me he despedido de mis compañeros. No podía hacerlo para no comprometer la misión, pero tampoco he sentido la necesidad de mostrar un guiño, de dar un abrazo que pueda interpretarse como una despedida a toro pasado.

Sé que mi súbita desaparición no pasará desapercibida, pero eso no significa nada. Seré la comidilla y el centro de muchas conversaciones: primero de todas y más tarde sólo de algunas.

!Uy! Una última cosa para la maleta: mi blog de notas y un lápiz.

Mira que si llego a dejármelo...



Día 0


El sonido de la maleta rodando por la acera es desagradable. Es avisar a bombo y platillo que uno se va (o viene) de viaje. Pero ya no importa: en la luna Europa los cuerpos son livianos y las superficies lisas y esmaltadas. Se acabaron el gris de las calles y los firmamentos borrosos; los días nublados y olor a asfalto mojado. El nuevo mundo está a la vuelta de la esquina.

Siempre me gusta llegar con tiempo a los sitios, y un momento cumbre como este no iba ser una excepción.
En la terraza del bar Artòs me tomo la última cerveza hasta llegar a Matilde, nuestra primera escala...Debidamente acompañada por una de chocos, una de bravas y unas colitas rebozadas.

Desconozco que tipo de alimentos debe haber en las bodegas de una nave ummita. Quizás sean esas mierdas deshidratadas y concentradas propias de las expediciones espaciales. Hay que aprovechar ahora para alimentarse adecuadamente.

La gente aprovecha la noche del Sábado para tomar algo y juntarse con los suyos. Es bonito ver como la gente se quiere. En la mesa de al lado una pareja habla en susurros. Les brillan los ojos y sé que se quieren porque sonríen de forma natural y fresca. Luego se han cogido las manos y él le ha susurrado algo al oído. Me gustaría saber que le ha dicho, pero prefiero no hacer conjeturas porque me hace daño. Antes solía ver con desdén y burla contenida ese tipo de demostraciones afectivas. Pero eso fue antes de conocerla a ella. Me destapó los sentidos y volatilizó los diques de mi conciencia.

Un niño, indomable e hiperactivo, corretea por todas las mesas ante la estupefacción de los clientes y la impotencia de su vigilante madre. El elemento divergente se ha acercado a mi y ha roto la magía de la escena.

- No, niño. Ni te dejo las gafas de sol ni soy ciego. Anda, sé bueno y ve con mamá - Luego ha seguido revoloteando hasta empujarme cuando me disponía a meterme un patata brava en la boca.

Cabronzuelo. Me he manchado los pantalones de micropana por su culpa.

******

Son las once y media de la noche, y las únicas luces presentes son las de los bares de la plaza Artós y las farolas de las calles colindantes. Aquí no hay más que un bullicio molesto de gentes ociosas y no hay noticia de los ummitas. Llevo ya un rato observando el firmamento de forma disimulada y ni rastro de nave espacial, súbita neblina o luz de comportamiento inteligente.

Empiezo a dudar de todo. He revisado los mensajes multitud de veces - fecha, hora, lugar de contacto - y no encuentro explicación a semejante demora ¿No conocen los ummitas los 15 minutos de cortesía?

Mi mujer solía ser impuntual pero no me importaba esperar. Todo lo contrario: podía leer la prensa y gozar del cosquilleo del que espera a la mujer de su vida. Las sensaciones eran tan intensas que sabía que aquella impronta era ya irreversible. Yo sabía que aparecería sin hacer ruido, con paso firme en esencia aunque vacilante, y esgrimiendo la más bonita de las sonrisas. Pero ella nunca me hizo esperar tanto. Esto pasa de castaño oscuro.

Quizás haya sucedido como en la vuelta al mundo en 80 días. Sí. Un desfase horario es una hipótesis plausible...Tal vez hayan encontrado retenciones en la Ronda de Dalt antes de llegar a la salida siete; o hayan sufrido una inesperada avería al entrar en contacto con la atmósfera terrestre... Esto último tiene más sentido aunque tratándose de los ummitas - una civilización de más de millón y medio de años de historia - es difícil creer que puedan descuidar detalle alguno.

En todo caso, ella siempre aparecía y los ummitas tendrán que hacer lo mismo.


*****


Son las tres de la mañana y los bares de la plaza Artòs cierran sus persianas. Esto es desesperante ¿Dónde coño se han metido los ummitas? No puedo creer lo que está sucediendo.

Ha pasado un anciano de aspecto extraño. Era imberbe, de cara aniñada y su piel tenía una textura peculiar, como la de Paul Newman en plena senectud. Por un momento he pensado que era un ummita, un representante del Consejo de Ancianos, y no he dudado en ir a su encuentro.

- !Estoy aquí! !Estoy aquí! - le he dicho mientras lo perseguía por la calle.

El anciano se ha puesto a chillar y me he quedado desconcertado. Gritaba como un extraterrestre y eso me ha llevado a preguntarle con más insistencia "!dónde está la nave, dónde está la nave¡"
Luego con cara de terror ha empezado a gritar deixi'm deixi'm... Creo que las politicas de normalización lingüística no han llegado tan lejos. Hasta l' Alguer sí, pero no hasta la luna Europa. Además lo ummitas hablan castellano. No sé porqué - podrían hacerlo en catalán, cómo no - pero quizás las señales de las cadenas nacionales son más potentes... o tal vez aprendieran nuestra lengua a traves de la lectura de los escritores de la Edad de Oro y nunca hayan oído hablar de Juan Perucho o Quim Monzó. Son extremos que desconozco, pero lo cierto es que los ummitas hablan castellano y tienen un marcado acento de Poncerrada. Por eso he llegado a la conclusión de que era solo un viejecito con miedo a acabar sus días a manos de un paranoico.

Es desde el cajero de "la Caixa" desde donde escribo estas palabras. Fuera ha empezado refrescar y aquí al menos estoy resguardado de los elementos. Es difícil conciliar el sueño en este suelo tan duro y frío, pero lo prefiero: tengo estar ojo avizor porque uno nunca sabe cuanto puede durar un haz de luz.

El haz de luz sólo tiene que impactar en alguna parte de tu cuerpo para ser teletransportado y es por eso que he dejado el pie y parte de la pantorrilla fuera. No puedo negar que es algo que me causa desazón e inseguridad. Es como dejarte los pies descubiertos en una noche de tormenta justo antes de escuchar una historia de terror.

No hay que perder la esperanza.

*****

Tengo el dedo gordo del pie congelado. La hipotermia del un dedo gordo no es mortal pero es muy dolorosa.

Está amaneciendo y el sopor es insoportable. Voy abrigado pero tengo frío. He sacado la maleta y la he apoyado en la pared de la plaza. Estoy sentado, abatido y extenuado.
Los transeúntes pasan por mi lado y ven mi cara desencajada. Estoy triste, agotado, desconcertado y ya me han echado tres monedas.

Me resisto a la idea de que hayan podido olvidar nuestro acuerdo.

¿Por qué me hacen esto?


*****


Al caer la tarde, un círculo de curiosos (humanos) se ha cernido sobre mi. Me han empezado a preguntar cosas: que qué hacía allí; que de dónde era; que dónde iba con una maleta tan grande; que qué hacía llevando gafas de sol que no fueran de marca, etc. Luego algunos niños me han tirado cosas a la cara: pipas; un chupa chup (tengo un chichón como resultado de tal pillería); una bolsa de palomitas; cacahuetes; un clip de Playmobil y un Cinexin.

Las palomitas me las he comido mientras observaba al gentío y cuando me he cansado de verlos cuchichear, he puesto el Cinexin mirando a la pared y me he proyectado "Pato Donald en Alaska", una producción antigua y de bajo presupuesto sobre un pato con problemas de dicción (graves) que va a Cicelly en busca de "no se qué tesoro perdido".

Es extraño porque en Sarrià la gente siempre ha sido muy correcta conmigo. Creo que he sido confundido con un indigente y no me extraña: no me encuentro bien, no me he afeitado y tengo una mancha de notoria de salsa brava en el pantalón. Mis aspecto deja mucho que desear.
Siempre me mancho, pero esta vez las circunstancias no me permiten ir a casa y cambiarme. Aun conservo la dignididad suficiente como para no quedarme en calzoncillos en medio de la calle. Tampoco quiero meterme en los urinarios de cualquier bar ¿Y si aparece el haz de luz justo cuando estoy haciendo pipi? ¡Tendría que salir como un pingüino para acabar perdiendo el el vuelo!

Sí. La ley de Murphy es la responsable de que yo no pueda cambiarme los pantalones.


******


Al caer la noche, ha aparecido un hombre con barba. El círculo de curiosos se ha dispersado por efecto de unos agentes de seguridad. Yo ya estaba explicando la historia de los ummitas y las excelencias de vivir en la luna Europa. Sé que he incumplido el pacto pero es que estoy cansado, dolorido y mis niveles de contención verbal decrecen. Como en las torturas, el cansancio y la deprivación de sueño acaban haciéndole confesar a uno.

Algunos creo que querían venir conmigo y estaban dispuestos a esperar lo que hiciera falta. Creo que es por eso que se han enfrentado a los agentes aunque no han podido hacer nada cuando estos (los agentes) han sacado las porras y se han liado a tortas con mi audiencia.

A mi no me han pegado, pero esas porras deben hacer mucho daño. Creo que si los policías supieran lo que opina Freud sobre el uso de objetos fálicos para demostrar la virilidad a terceros mirarían de no utilizarlas. De hecho, por sus caras, creo que ninguno ha leído a Freud... Creo de hecho que algunos no han leído mucho.

El hombre de barba iba de blanco y era igual que Giordano Bruno, pero no podía ser él. Giordano Bruno murió hace cuatro siglos quemado vivo por blasfemo. Dijo que en cada estrella del firmamento orbitaban planetas como el nuestro. Fue más blasfemo y precoz que Copérnico y por eso fue castigado a la peor de las muertes.

"En cada estrella orbitan mundos como el nuestro y sus habitantes adoran a Jesús, como nosotros. Son hijos de Dios y no somos los únicos". Eso dijo y la Inquisición, poco sensible a opiniones discrepantes, invitó a Giordano a desdecirse de sus postulados. Giordano, más chulo que un ocho, pensó que, muerto por muerto, más valía morir con las botas puestas y no se movió ni un ápice de su postura inicial.

Como todos los quemados vivos, murió por asfixia: las emanaciones de dióxido de carbono dentro de una hoguera son tremendas y los quemados vivos no mueren por las quemaduras. Los tejidos se deshacen pero el cerebro ha dejado de recibir oxígeno mucho antes. Es un pensamiento alentador.

Giordano Bruno se ha arrodillado ante mí y ha puesto su cara a la altura de la mía. Me ha llamado por mi nombre y, mirándome a los ojos, me ha dicho:
- ¿No has esperado ya suficiente?

Luego me ha preguntado si sé lo que es un estado confusional y me ha enseñado una foto. Aparezco yo con mi mujer y mi hijo. Pero no sé si son ellos. Creo que sí, pero a juzgar por la foto…es posible que sea yo.

Me ha explicado que a veces necesitamos creer en cosas para poder seguir adelante. Me ha dicho que la realidad no siempre es nuestra mejor amiga y que en ocasiones es un invitado formal - de cortesía - que llega en el peor de los momentos, cuando peor te encuentras.

Me ha dicho que quizás tenga que librarme de una culpa que no merezco. Luego me ha hablado de la muerte de mi esposa y de mi hijo, de cómo murieron en el accidente. Los sentidos se me han embotado y su habla se ha vuelto completamente ininteligible.

****

A mi el blanco me transmite confianza y le he acompañado. Me ha dicho que de bien seguro podrán cambiar el lugar de encuentro. Enviarán un mensaje a los Ummitas dándole mi localización exacta.

Le creo porque no hay mentira en sus ojos y, sin poder asegurar que Giordano sea un contactado, creo que puede llegar a comprender que cosas como estas sucedan. De hecho me lo ha explicitado, me ha dicho que el universo - como la mente - es amplio, infinito y muy complejo.
Tiene razón, menos en una cosa: nuestra mente es infinita pero el universo no. Si lo fuera nuestras noches no serían oscuras; infinitas estrellas tendrían infinito tiempo para que su luz viniera a nosotros...y eso no sucede. Nuestra noche es oscura; estrellada pero oscura.

Sería una catástrofe para los sentidos. En un universo infinito nunca habría podido disfrutar con mi familia de las Perseidas. En eso, Giordano y yo estamos de acuerdo: no hay nada mejor que observar las lágrimas de San Lorenzo, acompañados por los que más quieres, en una cálida noche de verano.

miércoles, octubre 04, 2006

 

LA VENTANA INDISCRETA

Por Carlos Cubero


I


Ana recorre la avenida Prat de la Riba a diario con su hijo. Va empujando el coche y sé que está triste. A pesar de la languidez de su rostro, sus sutiles arrugas me dicen que sonrió mucho en su día. A pesar de su reciente maternidad, conserva una figura esbelta, erguida y poderosa. Pero últimamente mira al suelo con demasiada frecuencia.

Ana está triste y creo que su hijo lo nota. La prosodia del que no tiene alegría es cualitativamente diferente: carente de energía y desprovista de agudos.
La madre triste habla de forma diferente. El tono vital se siente y se expresa, y no hay forma de ocultarlo.

El niño no se verá determinado por el estado emocional de su madre, pero algún día, en plena adolescencia, notará un vacío. Quizás sólo le dure unos días (o unas horas) pero nunca sabrá de donde proviene. Se moverá y buscara nuevas sensaciones para suplir carencias que no entenderá. Él no sabrá los motivos reales de su inquietud, pero yo sí. La causa real es que recibe el sol de la mañana, caliente y deslumbrante, para no sentir como su madre canta al mismo compás: los días de primavera, azules y dorados, deben acompañarse por la sonrisa de la que más te quiere. Y eso no está sucediendo.

Después del bache adolescente, saldrá fortalecido de la experiencia.


II


Ana ha debido ser una de las chicas más guapas de su promoción. Es alta, tiene los ojos grandes color miel, unas manos naturalmente delicadas, y facciones tersas y elegantes. Su piel es morena y catalana. No sé nada de su sonrisa porque la belleza no le ha asegurado nada.

Eran la pareja perfecta y ella vislumbraba un futuro de alegrías y justo encaje pero, a juzgar por su rostro, nunca tuvo pleno convencimiento. Ha descubierto porqué.


III



Él sabe que vendrá mientras apura el último sorbo de su cortado en el bar de la esquina. Vendrá y eso le hace sentir vivo. Excitado.
Es bajita de pelo tupido, rubio, ondulado y abundante. Es bella pero no pura. Sus facciones son recogidas y apelotonadas; sus labios finos pero sensuales. Sus ojos no son despiertos pero su busto es prominente.

Samantha Fox ha creado escuela: la tipología de mujer atractiva, bajita y tetona. Pero Samantha Fox no deja de ser inglesa y de baja alcurnia. Ella lo sabe, y a pesar de la flacidez de sus brazos, conserva la belleza ruda de la mujer que se encuentra uno nada más mudarse a los suburbios de Manchester.
Así es Montse: una mujer de baja alcurnia capaz de despertar tus pasiones más bajas, las más fugaces.


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Las mujeres de las mesas colindantes se han dado cuenta y están inquietas. Los miran de reojo y perciben al instante la complicidad entre ellos, una complicidad de susurros y manos contenidas. Les apena Ana y odían a Montse, la mujer de pechos prominentes. Miran de forma disimulada y la odían tanto como odiarían a la amante de su marido.



Crepúsculo



Los pueblos tienen esa gracia. Uno acaba por familiarizarse con todas las caras. Todas ellas pueden ser los personajes de un drama, o las caras visibles en una comedia de Molière. Todo depende de nuestro estado de ánimo y de la luz que bañe sus calles.

Hoy la luz es crepuscular y grisácea y esa chica que pasea con ritmo frenético por la avenida Prat de la Riba tiene al perro agotado. Es de labios finos y cuerpo contrahecho. Tiene una evidente escoliosis no tratada, por eso cuando anda, tronco y piernas parecen bailar descompasados. La veo día tras día, noche tras noche, y sé que fantasea con la idea de que un desconocido - ni guapo ni feo - le diga una frase amable. Porque un perro no puede cagar tanto.

A pesar de sus formas arrítmicas, quiere que la quieran - aunque sea por un rato - y saca al perro con insistencia porque el primer paso de toda relación es la conciencia de que el otro existe. Por tanto, enclaustrarse es negar su existencia social y negarse toda posibilidad de un fortuito abrazo. Y así se lo dice su madre, que es anciana, porque teme que su hija se quede sola cuando ella ya no esté en este mundo.

¿Pero qué hay que sea bonito cuando la luz crepuscular se te cuela en la retina? Porque justo cuando la mujer arrítmica ha desaparecido de mi campo visual, una pareja ha empezado a hablar de tener niños justo en frente de mi ventana. Y no estaban planeando tener ninguno, ha sido sólo un tema de conversación casual e inopinado. Luego él la ha mirado a los ojos y le ha dado un beso dulce en la boca.

Yo he sonreído para, justo después, sentirme profundamente desgraciado.




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