martes, enero 09, 2007

 

ALLAN BLOEMEN Y EL ETERNO RETORNO (I y II)

Por Carlos Cubero


I


En Ámsterdam los jonkees, como las putas, son parte del paisaje. Muchos de ellos no hacen más que pedirte limosna con una sonrisa de dientes ausentes o ennegrecidos - ¿do you have some coins? - y te dan las gracias aun negándoles la dote. No son inestables ni violentos en su gran mayoría y no sientes que tu integridad física peligre. Se dedican a robar bicicletas y venderlas por cuatro Euros a turistas y estudiantes de Erasmus. Con la mendicidad complementan sus ingresos.

Sin embargo, la visión de un joven en pleno brote psicótico me resulta repugnante. Me da asco cuando la gente mutila su mente de forma gratuita por la ingesta descontrolada de psicotrópicos en la plaza Rembrandt. Ver a un joven raquítico, espigado, con movimientos pendulantes me da rabia, miedo y ganas de llorar.

Hay gente que habla del libre albedrío, de cómo estamos en libertad para experimentar con drogas, pero yo no lo creo porque hay poca gente como Escohotado. La gran mayoría somos unos ignorantes y unos débiles mentales; gente con tendencias acomodaticias y lúdicas y no sabemos nada. Es por eso que debemos huir de las drogas como de la peste bubónica, porque cuando menos te lo esperes acabarás viendo pústulas infecciosas en tus antebrazos.


******


Allan Bloemen estaba sentado en la barra del Brenen Cafe y sufría un evidente estado de embriaguez. Eran las siete de la tarde y debía haberse bebido más quince pintas Amstel.

Sólo lo vi una vez sobrio comprando pan en la panadería de Albert Cuypstraat y era un hombre gris - sin vida - inhibido, retraído y temeroso; un esperpento holandés y enorme que pedía pan con recelo y vergüenza insuperable.

Aquella noche Allan tenía su mirada fija en dos tazas de té. Las manipulaba en silencio en la barra, con ritmo hipnótico y silencioso. Parecía absorto, pero supo que yo acababa de sentarme justo a su lado. No levantó la vista.

- Y dígame usted, jovencito ¿Cómo puedo vivir sabiendo que al juntar dos tazas de té calientes estoy cambiando el rumbo del universo? ¿Cómo vivir sabiendo que uno de mis soplos puede provocar un tornado en el Golfo de México?

- Imagino que aceptando que tu espacio en este mundo es tuyo; se te ha dado y es tuyo, Allan.

- Pero cuando tomas conciencia de este tipo de verdades es difícil poder permanecer impasible ante una realidad tan pesada.

- Lo difícil creo que es aceptar ese regalo: tu espacio. En ocasiones, preferiríamos desaparecer para no volver. Ser invisibles e ingrávidos; insustanciales. Pero eso no puede suceder.

- Sí que puede.

- No, Allan, no se puede.

- Hace años que no veo a mi hija. Tengo dos nietos ¿Lo sabías?

- No, no lo sabía.

De su bolsillo trasero del pantalón sacó su cartera negra de piel roída. La abrió y sacó una fotografia amarillenta de dos niños rubio albino, risueños y queridos. Ella era mayor que él y rodeaba con su brazo a Willem, el más pequeño.

- Muy guapos – Dije sonriendo.

- Lo son y hace mas de dos años que no los veo - Retiró las tazas y las dejo en un lado de la barra

- Mi hija acabó renegando de mí. No la culpo, lo hizo por el bien de sus hijos. Quizás le dolía verme así. No lo sé. Pero acabó por rogarme que no fuera a su casa. Luego se mudaron y perdí su pista. Nunca volví a saber de ella. Creo que se mudaron a Haarlem y ya no he vuelto a saber de ella ni de los críos. Se avergüenza de mi y me considera un caso perdido. Y no la culpo. Yo nunca le habría hecho daño a los chiquitines. Jamás. Antes me hubiera quitado la vida. Pero acabé siendo un estorbo.

- ¿Y porqué no vas a verla?

- Me daría con la puerta en las narices y me sentiría peor de lo que me siento.

- Ya. Comprendo. Yo viví una situación parecida una vez. Cabe decir que mucho menos dramática, pero parecida al fin y al cabo. Aquella misma tarde hablé con mi retraído amigo Frank Fontaine. Todo el mundo decía que era un hombre ido, un loco que explicaba cosas extrañas. Era cierto, pero estaba angustiado y buscaba refugio. Me dijo una cosa que nunca olvidaré.

- ¿Qué fue?

- Me dijo que las observaciones astronómicas eran concluyentes: el universo se está expandiendo. Sin embargo, llegará un día en que las fuerzas del universo se inviertan, como quien lanza una moneda al aire y llega el momento en que la gravedad sólo puede ofrecerle una aceleración nula. Segundos después, caerá de nuevo en picado para llegar a parar a la palma de tu mano, a la misma velocidad de la que partió. Será entonces cuando todo, incluído tú y yo, volvamos a nuestro origen: todos los planetas, estrellas, supernovas, cuásares se concentrarán en un punto de gravedad infinita para luego acabar explosionando dando lugar al Todo de nuevo.

- ¿Y qué coño significa eso?

- Que no podemos ampararnos en la frivolidad del que vive una vez para acabar muriendo. Nuestras acciones - el aquí y ahora - son importantes, porque las cosas que hagamos mal hoy, las haremos mal para el resto de la eternidad. Debes decidir ahora y decidir bien.

- Te comprendo, jovencito impertinente - dijo apartando la mirada y haciendo ordenando al camarero que le rellenará el vaso de cerveza - ¿Sabes quién es Séneca? - Apareció súbitamente sobrio y sublime, agrandado y de mirada profunda, limpia e inquisitiva y prosiguió - Un Cordobés que dijo que ya hacia suficiente con enseñar las reglas del buen vivir; que no esperará la gente que él también las siguiera…Me pregunto cuánta sangre cordobesa fluye por tus venas, españolito.

- La de mi padre al menos...

- Comprendo. Por eso te digo que creo que deberías llamarla y pedirle perdón tantas veces como hiciera falta porque no podemos buscar refugio en ligereza de nuestros actos. Soporta todo el yugo de la eternidad en tus espaldas y se maduro para gestionar ese colosal peso. Tú haz tus gestiones que yo mientras seguiré bebiendo...




II



Es poco recomendable dar lecciones a un borracho filósofo y curtido como Allan. Sí, tiene toda la razón: debería llamarla, solucionar el entuerto emocional en el que estoy metido para ver que sucede, para pasar página o proyectarme en el futuro como un hombre maduro, un padre de familia o un deboto esposo. Es importante cerrar el círculo y superar etapas, porque las esperas - la no definición - es incompatible con la vitalidad y las reglas del buen vivir. Así lo expresaba el ilustre pensador y aventurero R. Treehood en su magnánima obra "Un Hombre feliz" (Treehood, 1925):

El hombre, como el agua, cuando se estanca se enmohece, huele mal y se pudre. Luego salen renacuajos y algún que otro nenúfar, extremos solo aplicables al agua, porque no les sucede a los humanos. A nosotros, como mucho, nos puede salir una tenia adherida a las paredes de nuestro intestino delgado.

Como persona madura - hecha y derecha - escogí el camino más sencillo en busca de la felicidad. Evité caer en nebulosas e ideas dispersas y simplifiqué para dar con la respuesta. Integré los elementos disponibles que me ofrecía mi realidad más inmediata con la esperanza de encontrar la paz espiritual: eran las 8 de la noche, estaba en un pub holandés acogedor de estilo inglés; con un borracho de pasado convulso, solitario y con ganas de chachara; un surtidor de cerveza rubia brillante y eficiente, y una holandesa de metro ochenta y cinco de poderosas caderas, poderosos brazos y facciones duras y germánicas acababa de entrar y se había sentado al otro extremo de la barra.

Absorto, teorizando sobre el papel de la corpulencia y la androginia en las relaciones heterosexuales di con la solución: decidí ignorar a la holandesa y me dispuse a beber como un Cosaco.

En la ya compartida andadura alcóholica, Allan me explicó infinidad de historias. Al parecer, el día que su hija decidió echarlo de casa (y de su vida) Allan había pillado una Turca (estos también beben mucho) de proporciones astronómicas. Bebió tanto que no sólo balbuceó, no sólo se comportó de forma inadecuada, no sólo caminó tambaleante, no sólo no atinó con la llave en la cerradura de la puerta; Allan bebió tanto que se le aflojaron los esfínteres. Como un heisser su cuerpo dijo, simplemente, "no quiero eso; hay que desalojar con la máxima urgencia"y perdió todo decoro en el comedor de la casa de su hija. Es algo que supo poco después porque él estaba casi inconsciente (casi muerto) y no recordaba lo que había pasado hasta que recibió una carta.

- Mira lo que me escribió. Dime tú si puedo volver a su casa con palabras tan contundentes...

Papa,

No aparezcas más por casa. Llevo dos días limpiando tus heces (cacas) y tus vómitos y aun no he podido deshacerme de ese olor tan nauseabundo. La bebida ha hecho de ti un ser despreciable y sin rumbo. Yo no quiero un padre así y mamá tampoco quería un marido así. Mamá te quería y era una mujer de las de antes. Hacía lo que fuera por que permanecierais unidos en santo matrimonio. Aguantó tus cogorzas, tus juergas nocturnas y esa manía tan horrible de tirar colillas al retrete. Sé que nunca nos has puesto la mano encima y nunca nos ha faltado un plato en casa, pero eso no hace que la presente situación sea sostenible. No lo es y ni yo, ni mi marido, ni tus nietos, ni Sandocán vamos a soportar esto ni un minuto más.

Nos duelen los músculos abdominales de tantas arcadas (fructuosas e infructuosas) y Sandocán ha perdido el sentido del olfato. Según el veterinario de forma transitoria, pero nos ha advertido que pueden quedar secuelas. Hoy por hoy, nuestro querido Sandocán pierde el rastro de las perritas por las calles de Amsterdam: se desorienta, pierde el rumbo y ha decidido no salir de casa.

Willem se ha despertado con terrores nocturnos gritando "mierda el yayo" "mierda el yayo" y me come muy mal desde el penoso incidente. Que mi chiquitín se despierte con los ojos injectados en sangre es algo que no podré perdonarte.

Yo no soy mamá y no estoy dispuesta a aguantar más manifestaciones de tu bilis ni de tu colon, y ni yo, ni por supuesto mis hijos, van desatacascar las tuberías introduciendo la mano en tan repulsivo lugar.


- Parece enfandada...
- Mucho - Dijo resignado.
- ¿En serio que se te aflojo todo?
- !No seas impertinente! - Explotó - ¡Fue culpa de aquel licor de patata destilado por mi amigo Johan! - Se serenó- Además son aspectos circunstanciales. Sigue leyendo.

Sé que desde la muerte de mamá la cosa ha ido a peor. Siempre te hemos dado nuestro apoyo y lo que antes era llegar contento ahora es un ejercicio de autodestrucción ante la inocente mirada de mis niños. Ya sabes cuánto tuve que luchar porque pudieras quedarte los fines de semana con nosotros. Mi marido acabo entendiéndolo y accedió y ahora ¿Me lo pagas así?

- ¿No te llevas bien con tu yerno?
- Claro que sí. Es un pusilánime pero es un buen hombre...
- Comprendo.
- Sigue leyendo...
- Lo haré, Allan, pero antes tengo que ir a hacer los honores. La cerveza es un gran diurético...
- Cierto: no he tenido un calculo renal en mi vida.
- Ni yo Allan, ni yo...








Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Spain License. This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Google