jueves, septiembre 20, 2007

 

Mimetismo

Por Carlos Cubero




I



Manuel es un psicótico conocido en el pueblo por haber amenazado de muerte a su madre y a su hermana en repetidas ocasiones. La madre, algo inquieta, decidió un buen día asesorarse por expertos en salud mental. Después de exponer su caso, el psiquiatra (un hombre que sabe cual es la relación entre una sinapsis y conductas complejas tales como un pedo) les dijo que Manuel padecía esquizofrenia paranoide. Añadió que tanta insistencia en las amenazas - cualquiera que fuera el delirio que las provocase - indicaba que acabaría por llevarlas a cabo irremisiblemente. Lo echaron de casa pues con el temor persistente de que podría volver y rebanarles el cuello a las dos mientras dormían plácidamente en su piso situado en la calle Dr. Puig.

Como el que está en paro es porque quiere, Manuel decidió alistarse en el ejército. Pasó dos años en el Sahara sirviendo a la Madre Patria y acabó expulsado de la Legión por unos motivos que nunca me ha confesado. Justo después - con la prohibición de volver a casa todavía vigente - estuvo deambulando por diferentes pueblos del Sur de España estrujando todo los recursos de los que disponía. Cuando vio que no podía valerse por sí mismo, se seccionó el tendón de Aquiles de la pierna derecha. Pensó que una madre no podía dejar a un hijo tirado en la calle y que cercenarse el tendón ablandaría el petrificado corazón de sus familiares. Y tuvo razón porque, a los pocos días de darle el alta en el hospital, lo acogieron de nuevo en casa. Estaba cogito y, quieras que no, era más fácil huir de él en el hipotético caso de que le diera un brote psicótico magnitud 8 en la escala de Richter.


Actualmente, tiene 54 años y dedica la mayor parte de su tiempo a dar paseos por el bosque y a tomar cortados en el Bar Sant Jaume, el que hace esquina en la avenida Sant Esteve, justo delante del Taller Napiano. Si os lo encontráis y habláis con él, os parecerá un místico de prominentes gafas de sol y algo inestable. Si sois sensibles y procuráis establecer un buen rapport (que en lenguaje ordinario significa hacerle un poco la rosca y hacerle sentir cómodo sin juzgarlo) se expresará sin tapujos y os explicará mil historias.

Hace unos días le confesó a mi madre que siempre llevaba gorra porque tenía un agujero imperceptible detrás del cráneo. Le entraba aire en el cerebro y eso no era nada bueno para su salud, más concretamente, para sus resfriados corticales. Lo dijo entre risas - yo estaba delante - pero estaba desvelando un delirio como una casa.

Y es que a mi madre le habla todo el mundo porque tiene ojos de buena, no como otras que yo me sé, que van de buenas por la vida y son más putas que las gallinas.



II



Si el pensamiento pudiera estratificarse desde la concreción a la abstracción pura, Manuel se quedaría en este último polo. Para ser exactos, saltaría la cerca del recinto de lo abstracto para meterse en un barrizal de palabras sin sentido...o tan borrachas de sentido que acaba uno por difuminarse como los bordes de un dibujo hecho a carbonilla.

Me lo encontré en la calle, y no me habló de concreciones: del precio de un kilo de tomates, de la burbuja inmobiliaria, del descalabro de las infraestructuras en Cataluña, de un uñero, o de cómo jode que te deje una novia. Le dije "Hola, Manuel" y me preguntó sobre mis estudios y sobre mi trabajo y empezó a darme lecciones sobre cómo tenía que llevar mi trayectoria profesional. Al parecer, lo importante eran los procesos y los sistemas. Literalmente, me dijo: "lo importante es coger un poco de allí, otro poco de aquí ¿Para qué? Para el día de mañana ser algo en la vida (...) Y la gente dice, que si tal, que si Pascual, que si la abuela fuma... !Qué coño importa lo que la gente diga! Todos tontos del culo, te lo digo yo. Lo importante - hazme caso - son los sistemas; controlar los procesos y los sistemas ¿Lo demás? Mierda. Luego me hablo de su sobrino, un chico extremadamente inteligente que se había echado a perder por una novia con los pechos enormes pero con los modales de un Homo Erectus.

Como no tenía nada mejor que hacer durante dos días, aburrido de los temas familiares, me pareció coherente enlazar el tema de su sobrino - en horas bajas e idiotizado por una mujer - con el de los agujeros negros. Descubrí que era irrelevante que fueran el producto del colapso de una estrella masiva, que fuera pura gravedad descontrolada - extrema - hasta el punto de engullir la luz de estrellas lejanas. Me dijo que me dejara de espagetizaciones, que él tenía información de primera mano de ese tipo de fenómenos y que el experimento Filadelfia no fue más que una burda imitación de un proyecto donde él, desde luego, estuvo presente y tuvo un papel muy relevante. Antes de que el acorazado americano desapareciera, en España ya habíamos hecho desaparecer tres galeones, un pesquero gallego, un Seat 600 y una oveja merina (llamada Dolores). Su función principal era la de buscar lugares deshabitados y desiertos para facilitar las pruebas experimentales de teletransportación. Debía evitar la presencia de testigos (humanos) y procurar la total ausencia de objetos que se interpusieran en la apertura de salida de los agujeros de gusano.

Y llegamos a la conclusión de que están a la vuelta de la esquina, de que es esa la razón por la cual la gente desaparece: Frank Fontaine, el cabo Valdés, Mayra Gómez-Kemp, todo parece tener sentido cuando Miguel reordena el caos de este mundo a su imagen y semejanza. Fue por eso que Petra desapareció después de nuestro idilio en el verano del 95, porque un agujero en las afueras de Recklinghausen la engulló repentinamente. No es que en su voluntad estuviera el deseo de acotar y dar fin a una relación estival intensa. No. La pobre Petra fue aspirada y víctima de una gravedad descontrolada. Hasta entonces, había pensado que su mutismo era fruto de su desgana, de su disgusto por mi persona, ¡pero no! ¡He estado juzgándola de forma injusta durante meses! ¡Desde el rencor, desde el odio, desde la descomposición de un interior ya convulso! La tristeza se había apoderado de mí convirtiéndome en una piltrafa humana, en un ser gris, hueco e inerte; desde que tú te fuiste, Petra. ¡Oh, Petra! ¡Pobre Petra! ¡Has estado golpeando las paredes de una dimensión paralela gritando mi nombre, desconsolada, impotente, viendo como tus gritos se ahogaban y se perdían en la corbatura del espacio-tiempo!

¡Dios mío! ¡Petra! ¿¡Cómo he podido estar tan ciego!?



III



Volvamos a la cordura. Son los peligros del mimetismo.

A Manuel su padre le pegaba palizas a diario mientras se ganaban la vida en los mercadillos de las periferias de Barcelona. Fue, sin embargo, la única persona que mereció su desconsolado llanto el día que decidió pasar a mejor vida con el hígado deshecho.

Manuel tiene el tercer ventrículo del tamaño de un canasto de mimbre y su mente ha pasado de la abstracción a la locura. No tiene conciencia de enfermedad y ha sido víctima de un pasado duro y sin respiro. Es el triste poseedor de marcadores genéticos que lo determinaron a padecer graves trastornos de conducta desde pequeño, y la realidad es que arreglar un sistema nervioso estropeado es más difícil que dar vida a un escarpelo.

Petra, por su lado, era una imbécil y una cursi engreída. No me quería y se creía con derecho a despreciarme sólo porque tenía unos pechos prominentes, un culete respingón y una sonrisa reluciente. Yo era un adolescente que no sabía hacerse valer y no tuvo reparos en cosificarme. Yo quería coger su mano en las callejuelas oscuras y abrigadas de un pueblo de la Costa Brava y creyó que la mejor forma de responder a mi sensibilidad pueril era la de ridiculizarme con sus amigos holandeses y acabar ignorándome después de lo que yo había considerado "el beso eterno en la esquina del mármol blanco".



*******


Lo sencillo es caer en la singularidad de un agujero negro. Es en ese punto final donde uno puede viajar a galaxias reconditas en un solo instante y ver a tus espaldas que las estrellas orbitan frenéticas el centro imperceptible a una velocidad proporcional a lo invisible. Es en ese punto donde las leyes de la física ordinaria no tienen cabida; un espacio donde el sentido común es una forma más - no la única - de afrontar la realidad que nos duele. Y es en ese punto donde todas las realidades son posibles y uno puede escoger la que más le guste o la que menos daño le haga.

Lo duro es vivir preso de las leyes newtonianas, esas que nos dicen que los objetos caen por mucho que queramos verlos flotando.

Y es la autenticidad el merecido premio al dolor de ese esfuerzo. El de acatar la bondad y la crudeza de tu entorno para aspirar a la mirada serena, esa que nos hará libres y eternos; para acabar perteneneciendo a los elegidos, los que tendrán la dicha de no volver jamás a este mundo.





 

UMMITAS )-|-( (Reposición)



Jueves, 20 de Setiembre del 2007


Estimados lectores,

He aquí la enésima reposición. Esta vez no está motivada por causas emocionales. Tengo intención de enviar en breve este relato a concurso después de las pertinentes mejoras a su forma y retoques a su contenido. No tengo más remedio que compartirlo con vosotros porque es la única forma
de la que dispongo de adquirir la perspectiva necesaria. Cuando lo edito y está a vuestro alcance, releo lo escrito con ojos más amplios - con los vuestros - y lo escrito adquiere una dimensión imposible en la soledad de un despacho. Salvando las distancias, es como hacer de guía turístico en tu propia ciudad. Procuras ponerte en la piel de un recién llegado, intentando sentir como alguien que no sabe que el románico existe y que, aunque austero, llega a ser mágico. Y te sorprendes cuando acabas hablando con entusiasmo de cosas que, por habituación y desgana, habían caído ya en el olvido.

Hay otro motivo para editarlo de nuevo. Echando un vistazo a las estadísticas de este espacio, he sacado la conclusión de que hay nuevas incorporaciones. El Adsense de Google me permite saber la cantidad de "clicks" que dáis a mi página. Recibo, a su vez, cuantiosos beneficios cada vez que cliqueais a los anuncios. El pasado año recibi 80 céntimos, nada más y nada menos ¡80 céntimos de Euro! Es por eso que estáis todos invitados a una mariscada en el bar Manolo.

Recuerdo qué me inspiró a escribir este relato. Sé a quién se lo debo y sé a qué
situación personal corresponde. Dedicado queda a esa figura anónima, la que con ojos humedecidos (libre de alteraciones tiroideas) decidió que el escrito valía la pena. También se lo dedico a M.C. una mujer reluciente, de sonrisa fresca, limpia y sincera, de esas que sólo preceden a los finales felices. Fue la mujer que me aseguró poder sacarme guapo con su mágico objetivo, y es por eso (y por muchas cosas más) que quiero hacer aquí una especial mención a su figura.

Cómo olvidar a mis padres que, con su comprensión y apoyo, me dijeron un día que por muy listo que fuera iba a ser un poco inútil, un frescales y un bagarras por no encontrar motivación alguna ni al colegio ni a actividad laboral conocida. Qué razón tenían.

No quiero dejar de mencionar a mi abuela, que aunque coja por una desgraciada operación de rodilla, se pasó noches enteras amasando y friendo empanadillas para mí y para el resto de mi familia cercana.
Ni a mi tía Petri, tita entrañable que me cosió el bajo del pantalón hace dos semanas sin dejar de ver la tele. A Ceres, a Geógrafos, a Matilde y a todos los objetos que deambulan por el frío espacio exterior y que esperan con impaciencia aprovecharse de la desgana de los programas de detección de asteroides para impactar contra nuestro planeta.

Por último, agradeceros vuestros comentarios y vuestra aportación a este espacio, a los anónimos y a los conocidos. Sin vosotros ya habría dejado de escribir hace mucho. Sólo quiero recordaros que soy psicólogo y, por tanto, albergo multitud de secretos de personas de todas las clases. Recordad también que leer no implica obligatoriamente acatar. La biblia puede ser una apasionante historia de traiciones, crueldad, pecado y negación (antes de que acabe el día... unas tres veces, calculo yo). De la misma forma, el código deontológico puede leerse como la posología de un medicamento o como la estampita de la Iglesia de los mormones de Sant Lake City. Haced el favor de poner un comentario que soy un ser humano y necesito que me retroalimenten.

Sin más preambulos, se abre el telón: Ummitas.


Un abrazo a todos,


Carlos Cubero





UMMITAS )-|-(



5 días para el día cero




Ya no hay nada que me retenga. Los Ummitas han sido una revelación y vinieron en el momento más oportuno. No hay interés ni actividad que pese lo suficiente como para hacerme quedar en este mundo.

Los Ummitas nos han prometido una vida llena de gozos y libre de dudas dolorosas. Sólo nos pedirán analíticas semanales para que ellos puedan llevar a cabo sus estudios sobre nuestra especie. Les preguntamos si los análisis iban a ser invasivos y en qué grado. Nos aterraba la idea de escapar del planeta Tierra para acabar siendo víctimas de colonoscopias semanales. Pero nos han dicho que no, que emplean instrumentación muy avanzada y, por tanto, inocua.

Me pregunto si en la luna Europa habrá máquinas expendedoras. Hoy por hoy, es el único momento de la jornada donde me siento medianamente realizado: por 50 céntimos de Euro puedes adquirir una inestimable pasta de manzana. Es apasionante, más si cabe cuando la pasta queda presa en los muelles rotatorios de la máquina. Ahí puedes permitirte el lujo de zarandearla y pegarle un puntapié. Todo está permitido cuando un pastelito está en juego.

Tengo que confesar que alguna vez me he hecho el sueco y, aun habiendo caído la pasta, le he pegado un somanta de palos a la máquina. Creo que mi conducta tiene que ver con mi insatisfacción personal. De hecho, sería un claro ejemplo de eso que llaman la teoría de la frustración agresión.
Pero eso se ha acabado. El fin de mis penurias está próximo y la valía de una máquina expendedora es relativo: de bien seguro podré olvidarla fácilmente.

Nadie de mi entorno (a excepción del resto de tripulantes, los elegidos) se ha percatado de mi fastuoso plan. Ellos hablan de nimiedades mientras toman café en la hora de descanso: la paternidad responsable, las patatas light deshidratadas, los leds, las braguitas de tul…

Tampoco paran de repetirme que lo sienten, que admiran mi entereza y que hay vida después de lo sucedido; que les tengo para lo que necesite, que son compañeros de trabajo pero que también hay una amistad que nos une.

Son cosas que ya no importan.



4 días para el día cero



La Dra. Debra Fisher conocía a los Ummitas. Fue ella la primera que descubrió que las fluctuaciones de la estrella 47 UMa no eran debidas a un proceso de dilatación contracción fortuito. Eran fluctuaciones debidas a que un planeta gaseoso (ahora llamado Fisher, pero originariamente llamado Ummo-5) orbitaba la ténue estrella 47 de la constelación Ursa Majoris. Debra supo donde apuntar con el telescopio porque también es una contactada y ahora saborea las mieles del éxito desde su observatorio de San José, en San Francisco. Yo si hubiera sido astrónomo hubiera hecho lo mismo. No la culpo.

Pero nosotros no vamos al planeta Ummo-5 ni a su vecino interior rocoso Ummo-3. Nos han acondicionado un nuevo mundo para su repoblación por la raza humana. A la mayoría de nosotros no nos importaba salir del Sistema Solar y acabar nuestros días orbitando la 47-Uma, pero al parecer tuvieron ciertos problemas logísticos para acometer la tarea de trasladarnos a todos a un lugar tan lejano.
La luna Europa era la solución perfecta: el viaje será más corto y sólo habrá que llegar a velocidades cercanas a C, pero no a velocidades de Taquión (varios múltiplos de C).
Podremos permitirnos el lujo de hacer escala en Matilde, un pedazo de roca del cinturón de asteroides de 52 km. de diámetro. Es el asteroide más negro de cuantos se conocen y haremos parada allí para estirar las piernas y hacer el bermut mientras contamos las más de 60 lunas de Júpiter, sentados en alguna de su innumerables terracitas.
Matilde es la versión interplanetaria de la isla de Hierro, aunque no es volcánica, la cerveza es más cara y no hay colitas de gambas rebozadas.

Antes de llegar a nuestro destino final, rodearemos Júpiter pasando por el Toro de Ío. Al parecer aprovechan las partículas eléctricas para recargar las baterías de la nave espacial. La Sonda Cassini detectó una tensión más de un millón de voltios en esa zona y me alegra saber que los Ummitas han aprendido a sacar provecho de la peculiar relación entre un planeta y la más próxima de sus lunas.

Mis compañeros de trabajo hablan del precio de la gasolina y de las excelencias de los nuevos motores diesel, más robustos y duraderos. Aunque dicen que si vas a comprarte un coche de segunda mano, el motor diesel encarece el producto y, para la vida que se le presume a un coche usado, acaba por no salir a cuenta. Lo mejor: un gasolina de bajo cubicaje.
Ellos no conocen el Toro de Ío y mientras hablan me viene a la mente la figura de la Dra. Fischer. Me hubiera gustado conocerla. Es una mujer madura, apasionada, inteligente y atractiva; una mujer de ciencia.

Me recuerda a mi esposa.


3 días para el día cero



El tirón gravitacional de Júpiter es colosal. En Julio del 1994, el cometa Shoemaker-Levy se fracturó en varios pedazos por efecto de la gravedad del gigante gaseoso y acabó impactando contra su superficie. Aún recuerdo aquel verano, y recuerdo la emoción de poder presenciar en vivo y en directo un impacto de un millón de megatones.

En Europa, la gravedad debe ser 6 ó 7 veces inferior a la de la Tierra y me aterra la idea de salir disparado y quedarme ingrávido y rumbo al colosal Planeta de las bandas climáticas. Procuraré no saltar mucho, al menos en espacios abiertos, cuando salgamos a la superficie.

Mi impacto, sin embargo, sería mucho menor al de un cometa; equivaldría quizás a un petardito o a una cebolleta y no se me ocurre muerte más desprovista de honor. Cuando yo muera quiero decir una última frase - mi última frase - y allí nadie me escucharía.

Sólo pediría a Dios no caer en la Gran Mancha, un anticiclón tres veces el tamaño de la tierra que lleva siglos dando vueltas. Está provocada por enormes turbulencias y estoy convencido de que está hecha de Kimschi, esa asquerosa sopa picante Coreana. No quiero morir en un bol gigantesco de Kimschi: olería a col fermentada y ajo para toda la eternidad. Y yo tampoco quiero eso.

Mis compañeros de trabajo siguen con sus banales conversaciones en la hora del café: fondos de inversión, planes de jubilación, la tranquilidad de una hipoteca de interés fijo, la estabilidad laboral, Gemma Nierga, Prosegur...Todo elementos que nos reportan una seguridad ficticia.

Nadie se siente seguro por la presencia de Júpiter y no es justo. No sólo no es justo sino que es uno más de los efectos perniciosos de la habituación humana. Pero es sólo gracias a su colosal masa que no vivimos catástrofes como la del cráter Meteor de Arizona o la de la península de Yucatán cada año.
Júpiter es tan grande como todos los planetas del Sistema Solar juntos (incluidos Plutón y Xena, si cabe) y aglutina con todo objeto de errante.

Sin Júpiter, los servicios meteorológicos serían otra cosa: chubascos intermitentes en las Islas Canarias. Día soleado en el sureste del país hasta bien entrada la tarde. Las temperaturas se mantienen estables en este verano de San Miguel que disfrutamos. En el centro de la Península aumentan, sin embargo, las temperaturas por la inminente caída de un meteorito del tamaño de Ceres previsto para las 23 horas de este Sábado. No se dejen los paraguas en casa. De hecho, no se dejen nada en casa.

Luego José Antonio Maldonado, un hombre honesto, mostraría un semblante serio, culpable, y acabaría por confesar desoyendo las estrictas ordenes de La Moncloa

- Entre Uds. y yo. Yo salgo pitando del país. Hagan lo que quieran.
Buenas noches y hasta... (ejem) hasta luego.

Pues eso, José Antonio. A ti también. Hasta luego.



2 días para el día cero



Hoy estoy extasiado y soy incapaz de concentrarme en el trabajo. No quiero dejar mi actividad diaria porque las normas fueron claras: hay que hacer como si nada hubiera sucedido; no puede levantarse sospecha alguna.

A primera hora de la mañana, cuando me limpiaba los dientes, he recibido un SMS del número 00585857596541235875412365. Al ver semejante número, he descartado la posibilidad de que fuera de un amigo, y en efecto: el prefijo 005858575 es el prefijo del sistema solar 47-UMa. El texto decía lo siguiente:


Lugar d ncuentro: Plaza Artòs, Barri de Sarrià, BCN (Esp)

Día de encuentro: Sábado 14 Octubre del 2006
Hora d encuentro 23:04 h (hora atlántica)
Modo d embarque: haz de luz (cgadora).
Llvar gafas de sol.
)-|-(


A mi la plaza Artós me parece un sitio inadecuado. De hecho, he replicado el SMS proponiendo el Paralelo con Nou de la Rambla como zona de contacto alternativa. Creo que unos alienígenas allí no desentonarían tanto porque allí la gente está acostumbrada a la variedad y a las ropas estrafalarias. A su vez, un encuentro en la tercera fase podría ser interpretado como un acto inaugural del nuevo ciclo de espectáculos eróticos del Bagdad. De hecho, si los ummitas quisieran podrían incluso conseguir trabajo allí. Aunque, pensándolo bien, deberían tener vagina y pechos hermosos para entrar en sus procesos de selección.

Los ummitas parecen humanos asexuados. Son difíciles de describir, pero guardan una gran similitud con Estefanía de Mónaco: una mujer guapa, atlética, de robusto cuello y de atributos modestos.
Cuando los ves no sabes si chocar los cinco o pegarles un morreo. Yo ante la duda opto por lo primero; siempre, tanto en discotecas como encuentros con alienígenas, hay que optar por lo primero.

Antes de salir de casa, he recibido una réplica contundente:


Situación alternativa: dscartada.

Plaza artós a la hora prevista.
)-|-(

Ellos sabrán lo que hacen. Sarrià no es un barrio de grandes aspavientos. Si lo que quieren es armar el cirio del milenio, allá ellos. Yo ya no estaré aquí para sufrir las consecuencias.

Hoy en el trabajo, a la hora de comer ha habido postre especial: corte de helado con finas láminas de chocolate. No he podido resistir la tentación de voltearlo y buscar la mejor perspectiva. En determinado ángulo he podido ver al gigante gaseoso. Las bandas de Júpiter, sin embargo, no están estáticas, rotan de forma inversa, y justo cuando iba a mejorar la performance incrustando mis dedos en el helado, se ha hecho un silencio sepulcral en la mesa. Mis compañeros me miraban extrañados pero no había malicia en sus ojos. Creo que era indulgencia. O pena.

Al caer la tarde, he recibido un nuevo mensaje SMS:


Le informamos que su saldo actual

es de menos medio millón de Euros.
Le
recomendamos recargar en cajeros automáticos,
puntos de venta o llamando gratis al 232.


¿Quién me manda replicar un mensaje Ummita?



1 día para el día cero



Tengo un cosquilleo difuso y placentero en la boca del estómago !El gran día está a la vuelta de la esquina! Hacía tiempo que no sentía nada parecido. Siento lo mismo que en una vispera de los Reyes Magos. Si no me hubieran obsequiado con momentos como aquellos no podría recuperar y reproducir emociones como las presentes. Qué importante es tener enclaves emocionales...

Me he comprado un traje de neopreno y he rescatado cuántos jerséis de cuello alto tenía en mi fondo de armario. Nunca pensé que fuera a utilizarlos, al igual que esos calzoncillos largos que guardé no sé porqué motivo. Pantalones de micropana, neceser, 7 pares de mudas...Seguro se me olvida algo.

Los jerséis de lana pican una barbaridad, especialmente uno de rallas grises, negras y blancas. Me lo hizo mi madre con todo su cariño, pero nunca pude estrenarlo.
A mi hijo le hizo uno igual con idénticas características pero a escala 1:5 (tenía 4 años). Un día de invierno, justo después del infernal regalo, fuimos a visitarla. Fue aquel día cuando enseñamos a nuestro hijo a mentir en favor de los sentimientos ajenos : "Dile que te ha gustado mucho y ya está". Entonces ella, avispada veijecita, le preguntó:

- ¿No te has puesto el jerséi que te ha hecho la abuela? - A lo que mi hijo replicó:
- Es que me lo puse ayer y antes de ayer… Y mamá ha tenido que lavarlo - Luego nos dirigió una mirada cómplice, demasiado despierta para un niño de apenas 4 años, mientras posaba su mano de uñas minúsculas en la curtida mano de mi madre.

Mi niño tenía la virtud de no comprometernos jamás. En eso y en la sonrisa (preciosa) se parecía a ella. Yo le hubiera dicho a mi abuela, sin duda, que el tejido era más adecuado para rascar grasa de hornos industriales. Pero él no, porque él no heredó el gen (mi gen) de la incontinencia verbal y de la sinceridad salvaje.

En la superficie de Europa hay una temperatura de menos 180 grados centígrados. Hay que tener en cuenta que a esas temperaturas no se te hielan las pelotas, se te cristalizan, y habrá que tomar las medidas preventivas necesarias.

No obstante, será debajo de la gruesa corteza de hielo donde haremos vida. Allí hay un océano cálido lleno de microorganismos y criaturas maravillosas. Sus aguas no son frías gracias al efecto calorífico de las fosas hidrotermales del lecho marino.
La ausencia de luz se compensa por diminutos seres luminiscentes que son, a su vez, base de la cadena trófica del pequeño mundo. La bioluminiscencia es abismal, multicolor, y al parecer hay que echar las persianas para seguir con el normal ciclo vigilia-sueño.
En todo caso, los ummitas saben de nuestras necesidades (si no nos da la luz del sol, morimos, aunque no hagamos la fotosíntesis) y nutrirán debidamente nuestras vías extrageniculadas para evitar los efectos perniciosos del alejamiento solar.

"Adiós, Hombre de Hojalata, siempre te llevaré en mi corazón. Adiós, Espantapájaros, ojalá encuentres un barbero que arregle tu aspecto desaliñado. Adiós..." No. Esas cosas no suelen suceden en las empresas. De hecho, no me he despedido de mis compañeros. No podía hacerlo para no comprometer la misión, pero tampoco he sentido la necesidad de mostrar un guiño, de dar un abrazo que pueda interpretarse como una despedida a toro pasado.

Sé que mi súbita desaparición no pasará desapercibida, pero eso no significa nada. Seré la comidilla y el centro de muchas conversaciones: primero de todas y más tarde sólo de algunas.

!Uy! Una última cosa para la maleta: mi bloc de notas y un lápiz.

Mira que si llego a dejármelo...



Día 0



El sonido de la maleta rodando por la acera es desagradable. Es avisar a bombo y platillo que uno se va (o viene) de viaje. Pero ya no importa: en la luna Europa los cuerpos son livianos y las superficies lisas y esmaltadas. Se acabaron el gris de las calles y los firmamentos borrosos; los días nublados y olor a asfalto mojado. El nuevo mundo está a la vuelta de la esquina.

Siempre me gusta llegar con tiempo a los sitios, y un momento cumbre como este no iba ser una excepción. En la terraza del bar Artòs me tomo la última cerveza hasta llegar a Matilde, nuestra primera escala...Debidamente acompañada por una de chocos, una de bravas y unas colitas rebozadas.

Desconozco que tipo de alimentos debe haber en las bodegas de una nave ummita. Quizás sean esas comidas deshidratadas y concentradas propias de las expediciones espaciales. Hay que aprovechar ahora para alimentarse adecuadamente.

La gente aprovecha la noche del Sábado para tomar algo y juntarse con los suyos. Es bonito ver como la gente se quiere. En la mesa de al lado una pareja habla en susurros. Les brillan los ojos y sé que se quieren porque sonríen de forma natural y fresca. Luego se han cogido las manos y él le ha susurrado algo al oído. Me gustaría saber que le ha dicho, pero prefiero no hacer conjeturas porque me hace daño. Antes solía ver con desdén y burla contenida ese tipo de demostraciones afectivas. Pero eso fue antes de conocerla a ella. Me destapó los sentidos y volatilizó los diques de mi conciencia.

Un niño, indomable e hiperactivo, corretea por todas las mesas ante la estupefacción de los clientes y la impotencia de su vigilante madre. El elemento divergente se ha acercado a mí y ha roto la magia de la escena.

- No, niño, ni te dejo las gafas de sol ni soy ciego. Anda, sé bueno y ve con mamá - Luego ha seguido revoloteando hasta empujarme justo cuando me disponía a meterme un patata brava en la boca.

Cabronzuelo. Me he manchado los pantalones de micropana por su culpa.



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Son las once y media de la noche y las únicas luces presentes son las de los bares de la plaza Artós y las farolas de las calles colindantes. Aquí no hay más que un bullicio molesto de gentes ociosas y no hay noticia de los ummitas. Llevo ya un rato observando el firmamento de forma disimulada y ni rastro de nave espacial, súbita neblina o luz de comportamiento inteligente.

Empiezo a dudar de todo. He revisado los mensajes multitud de veces - fecha, hora, lugar de contacto - y no encuentro explicación a semejante demora ¿No conocen los ummitas los 15 minutos de cortesía?

Mi mujer solía ser impuntual pero no me importaba esperar. Todo lo contrario: podía leer la prensa y gozar del cosquilleo del que espera a la mujer de su vida. Las sensaciones eran tan intensas que sabía que aquella impronta era ya irreversible. Yo sabía que aparecería sin hacer ruido, con paso firme en esencia aunque vacilante, y esgrimiendo la más bonita de las sonrisas. Pero ella nunca me hizo esperar tanto. Esto pasa de castaño oscuro.

Quizás haya sucedido como en la vuelta al mundo en 80 días. Sí. Un desfase horario es una hipótesis plausible. Tal vez hayan encontrado retenciones en la Ronda de Dalt antes de llegar a la salida siete; o hayan sufrido una inesperada avería al entrar en contacto con la atmósfera terrestre. Esto último tiene más sentido aunque tratándose de los ummitas - una civilización de más de millón y medio de años de historia - es difícil de creer que puedan descuidar detalle alguno.

En todo caso, ella siempre aparecía y los ummitas tendrán que hacer lo mismo.



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Son las tres de la mañana y los bares de la plaza Artòs cierran sus persianas. Esto es desesperante ¿Dónde narices se han metido los ummitas? No puedo creer lo que está sucediendo.

Hace media hora, ha pasado un anciano de aspecto extraño. Era imberbe, de cara aniñada y su piel tenía una textura peculiar, como la de Paul Newman en plena senectud. Por un momento he pensado que era un ummita, un representante del Consejo de Ancianos, y no he dudado en ir a su encuentro.

- !Estoy aquí! !Estoy aquí! - le he dicho mientras lo perseguía por la calle.

El anciano se ha puesto a chillar y me he quedado desconcertado. Gritaba como un extraterrestre y eso me ha llevado a preguntarle con más insistencia "!Dónde está la nave, dónde está la nave¡" Luego con cara de terror ha empezado a gritar deixi'm deixi'm...

Creo que las politicas de normalización lingüística no han llegado tan lejos. Hasta l' Alguer sí, pero no hasta la luna Europa. Además lo ummitas hablan castellano. No sé porqué - podrían hacerlo en catalán, cómo no - pero quizás las señales de las cadenas nacionales son más potentes, o tal vez aprendieran nuestra lengua a traves de la lectura de los escritores de la Edad de Oro y nunca hayan oído hablar de Juan Perucho o Quim Monzó. Son extremos que desconozco, pero lo cierto es que los ummitas hablan castellano y tienen un marcado acento de Ponferrada. Por eso he llegado a la conclusión de que era sólo un viejecito con miedo a acabar sus días en manos de un paranoico.

Es desde el cajero de "La Caixa" desde donde escribo estas palabras. Fuera ha empezado refrescar y aquí al menos estoy resguardado de los elementos. Es difícil conciliar el sueño en este suelo tan duro y frío, pero lo prefiero: tengo estar ojo avizor porque uno nunca sabe cuanto puede durar un haz de luz. Sólo tiene que impactar en alguna parte de mi cuerpo para ser teletransportado y es por eso que he dejado el pie y parte de la pantorrilla fuera. No puedo negar que es algo que me causa desazón e inseguridad. Es como dejarte los pies descubiertos en una noche de tormenta justo antes de escuchar una historia de terror.

No hay que perder la esperanza.



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Tengo el dedo gordo del pie congelado. La hipotermia del un dedo gordo no es mortal pero es muy dolorosa. Está amaneciendo y el sopor es insoportable. Voy abrigado pero estoy destemplado. He sacado la maleta y la he apoyado en la pared de la plaza. Estoy sentado, abatido y extenuado.

Los transeúntes pasan por mi lado y ven mi cara desencajada. Estoy triste, agotado, desconcertado y ya me han echado tres monedas.

Me resisto a la idea de que hayan podido olvidar nuestro acuerdo.

¿Por qué me hacen esto?



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Al caer la tarde, un círculo de curiosos (humanos) se ha cernido sobre mi. Me han empezado a preguntar cosas: que qué hacía allí; que de dónde era; que dónde iba con una maleta tan grande; que qué hacía llevando gafas de sol que no fueran de marca, etc. Luego algunos niños me han tirado cosas a la cara: pipas, un chupa chup (tengo un chichón como resultado de tal pillería), una bolsa de palomitas, cacahuetes, un clip de Playmobil y un Cinexin.

Las palomitas me las he comido mientras observaba al gentío y, cuando me he cansado de verlos cuchichear, he puesto el Cinexin mirando a la pared y he proyectado "Pato Donald en Alaska", una producción antigua y de bajo presupuesto sobre un pato con problemas de dicción (graves) que va a Cicelly en busca de "no sé qué tesoro perdido".

Es extraño porque en Sarrià la gente siempre ha sido muy correcta conmigo. Creo que he sido confundido con un indigente y no me extraña: no me encuentro bien, no me he afeitado y tengo una mancha notoria de salsa brava en el pantalón. Mi aspecto deja mucho que desear.

Siempre me mancho, pero esta vez las circunstancias no me permiten ir a casa y cambiarme. Aún conservo la dignidad suficiente como para no quedarme en calzoncillos en medio de la calle. Tampoco quiero meterme en los urinarios de cualquier bar ¿Y si aparece el haz de luz justo cuando estoy haciendo pipí? ¡Tendría que salir como un pingüino para acabar perdiendo el el vuelo!

Sí. La ley de Murphy es la responsable de que yo no pueda cambiarme los pantalones.



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Al caer la noche, ha aparecido un hombre con barba. El círculo de curiosos se ha dispersado por efecto de unos agentes de seguridad. Yo ya estaba explicando la historia de los ummitas y las excelencias de vivir en la luna Europa. Sé que he incumplido el pacto pero es que estoy cansado, dolorido y mis niveles de contención verbal decrecen. Como en las torturas, el cansancio y la deprivación de sueño acaban haciéndole confesar a uno.

Algunos creo que querían venir conmigo y estaban dispuestos a esperar lo que hiciera falta. Creo que es por eso que se han enfrentado a los agentes aunque no han podido hacer nada cuando estos (los agentes) han sacado las porras y se han liado a tortas con mi audiencia.

A mi no me han pegado, pero esas porras deben hacer mucho daño. Creo que si los policías supieran lo que opina Freud sobre el uso de objetos fálicos para demostrar la virilidad a terceros mirarían de no utilizarlas. De hecho, por sus caras, creo que ninguno ha leído a Freud... Creo, de hecho, que algunos no han leído mucho.

El hombre de barba iba de blanco y era igual que Giordano Bruno, pero no podía ser él. Giordano Bruno murió hace cuatro siglos quemado vivo por blasfemo. Dijo que en cada estrella del firmamento orbitaban planetas como el nuestro. Fue más blasfemo y precoz que Copérnico y por eso fue castigado a la peor de las muertes.

"En cada estrella orbitan mundos como el nuestro y sus habitantes adoran a Jesús, como nosotros. Son hijos de Dios y no somos los únicos". Eso dijo y la Inquisición, poco sensible a opiniones discrepantes, invitó a Giordano a desdecirse de sus postulados. Giordano, más chulo que un ocho, pensó que, muerto por muerto, más valía morir con las botas puestas y no se movió ni un ápice de su postura inicial.

Como todos los quemados vivos, murió por asfixia: las emanaciones de dióxido de carbono dentro de una hoguera bien nutrida son tremendas y los quemados vivos no mueren por las quemaduras. Los tejidos se deshacen pero el cerebro ha dejado de recibir oxígeno mucho antes. Es un pensamiento alentador.

Giordano Bruno se ha arrodillado ante mí y ha puesto su cara a la altura de la mía. Me ha llamado por mi nombre y, mirándome a los ojos, me ha dicho:

- ¿No has esperado ya suficiente?

Luego me ha preguntado si sé lo que es un estado confusional y me ha enseñado una foto. Aparezco yo con mi mujer y mi hijo. Pero no sé si son ellos. Creo que sí, pero a juzgar por la foto…es posible que sea yo.

Me ha explicado que a veces necesitamos creer en cosas para poder seguir adelante. Me ha dicho que la realidad no siempre es nuestra mejor amiga y que en ocasiones es un invitado formal - de cortesía - que llega en el peor de los momentos, cuando peor te encuentras.

Me ha dicho que quizás tenga que librarme de una culpa que no merezco. Luego me ha hablado de la muerte de mi esposa y de mi hijo, de cómo murieron en el accidente. Los sentidos se me han embotado y su habla se ha vuelto completamente ininteligible.



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A mi el blanco me transmite confianza y le he acompañado. Me ha dicho que de bien seguro podrán cambiar el lugar de encuentro. Enviarán un mensaje a los ummitas dándole mi localización exacta.

Le creo porque no hay mentira en sus ojos y, sin poder asegurar que Giordano sea un contactado, creo que puede llegar a comprender que cosas como estas sucedan. De hecho, me lo ha explicitado: me ha dicho que el universo - como la mente - es amplio, infinito, muy complejo.

Tiene razón, menos en una cosa: nuestra mente es infinita pero el universo no. Si lo fuera nuestras noches no serían oscuras. Infinitas estrellas tendrían infinito tiempo para que su luz llegara a nosotros, y eso no sucede. Nuestra noche es oscura; estrellada pero oscura. Y doy gracias a Dios porque sería una catástrofe para los sentidos. En un universo infinito, nunca habría podido disfrutar con mi familia de las Perseidas.

En eso, Giordano y yo estamos de acuerdo: no hay nada mejor que observar las lágrimas de San Lorenzo, acompañados por los que más quieres, en una cálida noche de verano.




martes, septiembre 18, 2007

 

REACTIVIDAD


Por Carlos Cubero





Extracto de los cuadernos de psicología básica del Dr. Dukakis: Guía docente.



La reactividad es un término clave en la observación de la conducta humana y animal. Significa, básicamente, que la mera presencia del observador en escena altera la conducta que pretende ser medida o evaluada.

Yo ahora mismo estoy escribiendo estas palabras y, a su vez, podría estar sacándome un moco, rascándome el ano o jugando a la Power Ball con el escroto ¿Por qué? Porque yo, como todo el mundo, modulo mi comportamiento en función de los observadores. Este caso - aún escribiendo en la soledad de mi despacho - es sólo un ejemplo porque yo, independientemente de estar o no rodeado de gente, no hago marranadas como las descritas.

- ¡Uy! Hola mamá ¿Esto? Esto es sólo una bola que hace luz. Es para...¡Mira, mamá! !Déjame en paz y llama antes de entrar!

Disculpad la intromisión. Prosigamos. Los ornitólogos se construyen bunkers para que el martín pescador no salga volando y se sienta en plena libertad de pescar alguna sardinilla. El ornitólogo sabe de la naturaleza huidiza e hipersensible de los pajarillos del campo y sabe, a su vez, que poseen un campo visual que puede llegar en muchos casos a los 360 grados (aún teniendo sólo células fotoreceptoras en la cabeza). La forma de observarlos en su hábitat y comportamiento naturales es, simplemente, desvanecerse, perderse en la espesura y jugar a no existir. Prismáticos en mano, el ornitólogo hará todo lo posible para no entorpecer el trascurso natural de la fauna local. Quiero añadir - para los listillos de la clase - que sé que la sardina es un pescado azul y de agua salada y sé que, a su vez, el martín pescador pesca en los ríos y no en el mar. Pero este texto es mío y si quiero poner un martín pescador con una sardina en el pico, lo hago.

Prosigamos. Pulamos el término. La reactividad se produce no sólo por la presencia sino por la conciencia del observado de la presencia de un tercero. Esto es importante porque si sólo fuera la presencia deberíamos extirpar de nuestro vocabulario expresiones tales como "te pillé in fraganti". Pillar "in fraganti" es, en esencia, comportarse como si no hubiera presencia cuando la presencia está presente. La presencia, poco después, acaba por manifestarse dando un susto de muerte a la mujer que está siendo infiel a su marido con el vecino de en frente. Estas situaciones pueden ser bochornosas pero su valía para el desarrollo de las ciencias de la conducta es inestimable ya que nos permiten escuchar frases en boca de una mujer tan mágicas como "dno edz do que padece, cadiño".

Pero seamos más precisos aún y sentemos cátedra. No es la conciencia de su presencia, sino la conciencia del observado de que el observador es consciente de lo que el observado hace. Y es en ese juego de conciencias - de representaciones mentales recíprocas - donde llegamos a la plenitud del término.

Este último extremo, lejos de pretender ser un trabalenguas, es de vital importancia para entender algunas situaciones. Sin ir más lejos, Jaime tiene una minusvalía que le impide mover el brazo izquierdo. Sin embargo, no es ciego. Ni él ni muchos de los trabajadores de la ONCE son ciegos. Sí, cierto, es una organización de ciegos, pero sus fuentes de reclutamiento ya hace años se ampliaron a diferentes grados y modalidades de minusvalías. Según el Dr. Orós, desde que los cristales de los parabrisas de los coches se rompen a pedacitos, la prevalencia de lesiones oculares ha disminuido una barbaridad. Nos decía en las clases de medicina forense, que antes de que aquella significativa mejora en los sistemas de seguridad se implementara, se veían muchos ciegos a causa de los accidentes de tráfico. Las organizaciones tienden a perpetuarse y, como las familias, a permanecer unidas. Así que, viendo que era punible e ilegal ir secando corneas y desprendiendo retinas a diestro y siniestro, decidieron emplear a gentes de bien con algún que otro problemilla físico o neuronal.

Esto que parece una obviedad pasa desapercibido para muchas mujeres que van a comprar el cupón cada viernes. Jaime no es ciego y tiene derecho a vender cupones. Jaime es consciente de la presencia de Carol, la moza lozana de carnes turgentes. Carol, a su vez, es consciente de la presencia de Jaime detrás del cristal de la cabina azulada. Aun así, no duda en enseñarle el canalillo, ni hace por ocultar sus pezones endurecidos como gomas borrar, ni duda en agacharse a recoger monedas mostrando su reluciente tanga rojo. Jaime es consciente de los sesgos de la conciencia de su querida Carol y Carol, a su vez, no es consciente de su punto ciego.

Sin embargo, a Jaime no se le pasa por la cabeza aclarar y facilitar el pleno entendimiento, porque Jaime vive sonriente y sufre erecciones a diario. Y eso no es reactividad es, simplemente, una buena forma de empezar el día.




sábado, septiembre 01, 2007

 

Didgeridoo y el síndrome de Cotard (Reposición)


Por Carlos Cubero



El síndrome de Jules Cotard (delirio nihilista): raro desorden en
el que la persona que lo sufre tiene la creencia de que está muerta,
no existe, se está pudriendo y ha perdido los órganos internos.




Yo me quedé petrificado el día que todos mis conocimientos de anatomía se perdieron por el sumidero del retrete. Cierto es que yo llevaba tiempo ensimismado, sin pensamientos recurrentes, apocado e inerte y mi buen amigo Pascual se dio cuenta desde el primer día.

- ¡Reacciona, por Dios bendito! ¡Reacciona!. - me decía mientras compartíamos mesa en el bar El divino de Caldes de Montbuí.

La cerveza seguía siendo fresca y amarga pero la sensación que dejaba cuando recorría mi esófago era ciertamente peculiar, como el que vuelca un líquido espumoso en un vaso de precipitado.

Yo me quedé patidifuso cuando Pascual, harto de sentirse acompañado por una piedra, por un pedazo desganado de carne humana, me agarró de los hombros y empezó a agitarme como a un vulgar batido de cacao.

- ¡Reacciona!

Y los dos nos quedamos estupefactos porque, de la violenta sacudida que me provocaron sus brazos, entreabrí la boca como un moribundo antes de expirar emitiendo el extraño sonido de un didgeridoo. Preso de un extraño acceso nervioso, siguió agitándome, con progresiva violencia, de adelante a atrás, ladeándome, contorsionando mi cuerpo como haría un niño con un muñeco de trapo, cogiéndome del pelo y modulando el aire que circulaba con plena libertad por el interior de mi cuerpo. Y me colocó en pie, me levantó en volandas y dio vueltas a mi cuerpo como haría una mayoret en las fiestas mayores de cualquier pueblo.

El gentío no pudo contener su asombro al ver que su pueblo del Vallès occidental, acostumbrado a la calma chicha de las aguas hidrotermales, acostumbrado a la paz de la piedra de una iglesia romano-bizantina, se convertía por unos momentos en un pedazo de la tierra árida e inhóspita de la remota Australia. Y no pudo más que arrancarse en aplausos y pagarnos cuantas rondas pudiéramos bebernos.

Les salió caro el ofrecimiento porque no contaron con la realidad de que mi cuerpo - de que yo mismo - estaba realmente vacío.


Who is coming to Barcelona next Wednesday? Who's going to the concert at the Apolo Theatre? Thanks a lot Mrs. Trujillo to give us the chance to see this amazing guy playing so many instruments at the same time.

Xavier Rudd. Teatro Apolo. Wed. the 5th of Sept.






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